Cuatro latidos repetidos: acoger, proteger, promover, integrar… Ya sé por qué vine a Roma»
(José luis Pinilla Martin s.j.).- Acababa de terminar su alocución a los Obispos y Directores de Migraciones de las Conferencias Episcopales Europeas. Mientras esperábamos la entrada del Papa en la Sala Clementina, un suave murmullo de conversaciones tapaba un cierto nerviosismo expectante.
Yo tenía a mi lado al Vicario de Pastoral de Burgos D. Jose Luis Lastra, gran conocedor de las migraciones en España. Hablábamos de lo mucho que queda por hacer en España al respecto. Pero tambien hablábamos de lo que nos enriquecía trabajar con los emigrantes y refugiados. Le hice caer en la cuenta de las pinturas de la imponente Sala Clementina. Justamente encima de la puerta principal está dibujado el martirio de San Clemente, lanzado al agua con un áncora en el cuello con intención de ahogarlo. El tercer papa de la Historia que da nombre a la sala, murió en su momento ahogado el mar. Como hoy día y por distintas razones mueren tantos migrantes en el Mediterráneo.
Lo había pensado en el vuelo mientras atravesábamos el Mare nostrum. Azul. Inmensamente azul y bello . Escondiendo sin embargo las vergüenzas de una Europa de la que hablaba el papa en su momento y que sigue poniéndose de perfil ante la gran tragedia humanitaria – ¡y política, no nos engañemos! – de la crisis de los refugiados y migrantes . Mediterráneo de Serrat pero también Mediterráneo de pateras .. Las malas lenguas dice que ese Mar tan nuestro es también otro Mar muerto . Cementerio de vivos y sepultura de esperanzas.
Lo había señalado el papa en su discurso: En uno de los párrafos posteriormente mas comentado y destacado en los medios : «No os oculto mi preocupación por los signos de intolerancia, discriminación y xenofobiaque existen en diferentes regiones de Europa. A menudo están motivados por la desconfianza y el miedo hacia el otro, al diferente, al extranjero. Me preocupa todavía más la triste constatación de que nuestras comunidades católicas en Europa no están exentas de estas reacciones defensivas y de rechazo, justificadas por un no especificado «deber moral» de preservar la identidad cultural y religiosa original.
Había vuelto a retomar el tema de la identidad del que hablaba cuando apareció Trump en las escena política. Cuando decía que «en momentos de crisis, no funciona el discernimiento» y los pueblos buscan «salvadores» que les devuelvan la identidad «con muros y alambres».
Y muchas más cosas que podéis ver en su discurso en muchos sitios . Que no es este el tema de estas letras, sino mi encuentro con el papa Frnacisco en una reunión romana.
Tras las palabras de Papa, fueron pasando a saludarle primero los obispos participantes siguiendo la estela que previamente había iniciado el Cardenal Bagnasco
Entre ellos, nuestro Presidente de la CEM, D. Juan Antonio Menéndez,obispo de Astorga . Él mismo narrando su saludo dice que «ha podido comprobar el interés que tiene por la realidad de los inmigrantes y refugiados en nuestro país así como la gran labor pastoral y social que realiza la Iglesia en España a través de las diócesis, las parroquias y las comunidades de consagrados. Y ha podido comprobar el interés que tiene por este asunto y especialmente por algunos lugares de España donde los inmigrantes sufren de forma especial».
Después fuimos pasando los directores nacionales. Mi presentación fue como la vez anterior: «Santidad, Soy Jesuita y trabajo en la Conferencia Episcopal española al servicio de los migrantes y la movilidad humana » A lo que entonces el papa de contestó con su humor porteño: «¿Y quien os metió en este lío?«. A lo que contesté: «El mismo que a Ud. Santidad, La Obediencia». Entonces su sonrisa franca y espontánea facilitó un breve intercambio de saludos.
Ahora no hubo solo contestación verbal a mi presentación. Esta vez fueron palabras y un gesto, afectuoso y sincero: Cogió su mano izquierda, mientras nos saludábamos con la mano derecha y la apretó contra mi muñeca mientras me miraba directamente a la cara.



