Francisco: «No a la trata de personas, una plaga aberrante y criminal»

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El Papa denuncia «nos hemos habituado a considerarlo una cosa normal

 

(Jesús Bastante).- No a la trata de personas, «Una plaga aberrante, forma de esclavitud moderna» que ha de ser «completamente erradicada». Con motivo del Día Mundial de lucha contra la Trata, el Papa Francisco denunció que, hoy, «hay millones de hombres, mujeres y niños víctimas inocentes de la esclavitud laboral y sexual, y del tráfico de órganos».

«Nos hemos habituado a considerarlo una cosa normal», clamó el Papa. «Esto es muy fuerte, cruel, es criminal», denunció, exigiendo «el empeño de todos para que esta plaga aberrante sea adecuadamente erradicada».

«Recemos juntos a la Virgen María para que sostenga a las víctimas de la trata y convierta el corazón de los traficantes«, invitó el Papa, al término del rezo del Angelus en la plaza de San Pedro.

Antes, Bergoglio reflexionó sobre las parábolas del tesoro escondido y la perla preciosa, abundando en el protagonismo del campesino que encuentra el tesoro en un campo que no es suyo, y el mercader que halla la perla más hermosa que jamás había soñado.

«Son dos hombres con oficios distintos, pero con el mismo objetivo: apuntar todo lo que tienen para obtener el tesoro que han descubierto», subrayó el Papa, quien incidió en dos características «que conciernen al Reino de Dios: la búsqueda y el sacrificio«.

Porque, para encontrar el el Reino de Dios, hay que buscarlo, con un corazón que «arda del deseo de alcanzar el bien precioso, es decir, el Reino de Dios que se hace presente en la persona de Jesús, que es el tesoro escondido, la perla que puede cambiar de manera decisiva nuestra vida y darle significado».

Para el Papa, «el discípulo de Cristo no es alguien que se ha privado de lo esencial, sino quien ha encontrado mucho más, la alegría plena que sólo el Señor puede donar, presente en los enfermos curados, en los pecadores perdonados, en el ladrón a quien se le abre la puerta del Paraíso».

La alegría del campesino y del mercader, concluyó, «es la alegría de cada uno de nosotros cuando descubrimos la cercanía y la presencia consoladora de Jesús en nuestra vida». Una presencia, asegura, que es «capaz de transformarnos el corazón y abrirnos a la acogida de los hermanos, especialmente de los más débiles».

http://www.periodistadigital.com/religion/solidaridad/2017/07/30/erradicar-la-trata-de-personas-un-compromiso-ineludible-en-el-siglo-xxi-religion-iglesia-solidaridad-misiones-salesianas-dia-mundial.shtml

http://www.periodistadigital.com/religion/america/2017/07/28/combatir-la-trata-y-el-turismo-sexual-solo-es-posible-con-la-colaboracion-de-todos-religion-iglesia-manaos.shtml

16 de julio, Día de las gentes del mar

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http://www.alfayomega.es/119707/estelas-en-la-mar

Casi 1.200.000 marineros (la mayoría provenientes de los países en vías de desarrollo) a bordo de 50.000 buques mercantes viven expuestos a penalidades y riesgos considerables. La Iglesia les recuerda especialmente el 16 de julio, día de las gentes del mar.

Caminante, no hay camino, sino estelas en la mar». Estas son las exclama­ciones líricas más famosas y más cantadas de Antonio Machado. Mu­cho debemos a ciertos cantautores españoles. Miguel Ríos se atrevió a grabar, allá por los 70, el Himno a la alegría desde la Novena sinfonía de Beethoven, que luego arregló y diri­gió Waldo de los Ríos, muy atacado precisamente por hacer versiones ligeras de grandes obras de música clásica. Luis Eduardo Aute nos dejó Rosas en el mar, cantó Al alba y Las cuatro y diez. Ana Belén y Víctor Manuel cantaron juntos o por sepa­rado en la Transición –que algunos quieren borrar del mapa– abriendo y cerrando La muralla. Juan Manuel Serrat puso voz y música a los versos de Miguel Hernández, Alberti, García Lorca, Neruda y Benedetti o Macha­do, con los versos que encabezan este comentario sobre el día de las gentes del mar.

 

El 16 de julio se celebra la fiesta de la Virgen del Carmen. El deseo de la Iglesia para esta jornada es también cantar, es decir, hacer visible a los in­visibles (como en tantas ocasiones). En este caso, visibiliza a marineros y pescadores. A muchos de nosotros, cómoda­mente instalados en nuestra casa, nos es difícil comprender –sobre todo a los de tierra adentro– hasta qué punto nuestra vida cotidiana depende del mar y sus trabajadores. Y, sin embar­go, muchas cosas de uso cotidiano, pe­queñas o grandes, nos llegan por ellos. Casi 1.200.000 marineros (la mayoría procedentes de los países en vías de desarrollo) a bordo de 50.000 buques mercantes transportan casi el 90 % de mercancías de todo tipo. Buques expuestos a riesgos considerables, inermes a la fuerza a veces  despiada­da del mar. Pero son los marineros los que están arriesgando su vida.

La Iglesia desea este año que «la fuerza de la fe» acompañe a esas otras fuerzas y embates que sufren los ma­rinos. Les afectan no solo los peligros de las fuerzas de la naturaleza, sino también la piratería y los atracos a mano armada. Tripulaciones afecta­das también por el hecho de pasar de un país a otro, de cambiar y tener que adaptarse constantemente a nuevas situaciones. Sin contar cuando, des­pués de días y semanas en el mar, se les niega el derecho a bajar a tierra firme y abandonar el barco.

Quedan como Atrapados en la red. Precisamente, este es el lema del XXIV Congreso Mundial del Aposto­lado del Mar (centrado esta vez en los pescadores), que se celebrará en Tai­wán en octubre. Porque, entre otros casos, el sector pesquero está plagado de casos de trata de seres humanos, de trabajo forzoso. Atrapados en la red. Que de esto también se hace eco el mensaje de la Iglesia española

 

El mar como cementerio

El mensaje también alude otras es­telas más trágicas. No se podía dejar pasar la ocasión para dirigir la mira­da marina a las oleadas de migrantes muertos en nuestro cementerio com­partido, el mar Mediterráneo, aquel que tan bellamente cantaba también Serrat como lugar de encuentro. Las estelas del Mediterráneo se cubren de cadáveres flotantes o personas naufragadas donde muchos mercan­tes acuden en su auxilio. Como tam­bién lo hacen tantas embarcaciones oficiales de salvamento. ¡Y muchas ONG ejemplares sin ningún barniz de buenismo fácil, sino arriesgando sus propias vidas, a pesar de lo que diga algún político!

 

Machado, el Papa Francisco, tam­bién el obispo promotor del Apostola­do del Mar, monseñor Luis Quinteiro; tú y yo… soñamos estelas limpias. En la encíclica Laudato si se mencionan precisamente algunas de las amena­zas que afectan los recursos naturales marinos: «Muchas de las barreras de coral del mundo hoy ya son estériles o están en un continuo estado de decli­nación: “¿Quién ha convertido el ma­ravilloso mundo marino en cemente­rios subacuáticos despojados de vida y de color?”».

Dios y el mar de Machado

Muchos dicen que cuando Antonio Machado quiere hablar de Dios lo hace hablando del mar:

«Érase de un marinero

que hizo un jardín junto al mar,

y se metió a jardinero.

Estaba el jardín en flor.

Y el jardinero se fue

por esos mares de Dios».

A Dios lo encuentran muchos en el mar, ya sea el mar de Castilla o el de los océanos. «Los hombres y las mu­jeres del mar –dice el mensaje episco­pal–, oteadores de amplios horizontes, saben que con la fuerza de la fe nues­tro horizonte vital se amplía hasta límites insospechados».

Al fin y al cabo, «nuestras vidas son los ríos que van a parar al mar». Lo dijo Jorge Manrique. O lo podría haber dicho Machado. O tú y yo, con palabras más sencillas. Porque ansia­mos a Dios y su reino liberador cuan­do navegamos –ojalá que ligeros de equipaje– en la barca marinera de la vida. Imagen que surcará estos días aguas y puertos guiada por la Virgen del Carmen, de cuyo seno Jesús asu­mió nuestra humanidad, dejando aquí para quien quiera su limpia estela. Como a los hijos de la mar.

 

José Luis Pinilla, SJ

Director del Secretariado de la Comisión de Migraciones de la Conferencia Episcopal España

El 16 de julio, festividad de la Virgen del Carmen, la Iglesia celebra el Día de las gentes del mar. El departamento de Apostolado del Mar, dentro de la Comisión Episcopal de Migraciones, ha preparado los materiales para esta jornada que lleva por lema, “La fe es nuestra fuerza“. El obispo promotor del Apostolado del Mar, Luis Quinteiro Fiuza, en su mensaje con motivo de esta Jornada, le pide a la Virgen del Carmen, advocación marinera por excelencia, “que la sociedad reconozca los muchos beneficios que nos proporciona la gente del mar, cuyos sacrificios a veces son invisibles a los ojos de nuestra sociedad”. “La fe es nuestra fuerza” Sábado, 16 de julio de 2017 Festividad de la Virgen del Carmen

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Casi 1.200.000 marineros (la mayoría provenientes de los países en vías de desarrollo) a bordo de 50.000 buques mercantes viven expuestos a penalidades y riesgos considerables. La Iglesia les recuerda especialmente el 16 de julio, día de las gentes del mar.

Caminante, no hay camino, sino estelas en la mar». Estas son las exclama­ciones líricas más famosas y más cantadas de Antonio Machado. Mu­cho debemos a ciertos cantautores españoles. Miguel Ríos se atrevió a grabar, allá por los 70, el Himno a la alegría desde la Novena sinfonía de Beethoven, que luego arregló y diri­gió Waldo de los Ríos, muy atacado precisamente por hacer versiones ligeras de grandes obras de música clásica. Luis Eduardo Aute nos dejó Rosas en el mar, cantó Al alba y Las cuatro y diez. Ana Belén y Víctor Manuel cantaron juntos o por sepa­rado en la Transición –que algunos quieren borrar del mapa– abriendo y cerrando La muralla. Juan Manuel Serrat puso voz y música a los versos de Miguel Hernández, Alberti, García Lorca, Neruda y Benedetti o Macha­do, con los versos que encabezan este comentario sobre el día de las gentes del mar.

El 16 de julio se celebra la fiesta de la Virgen del Carmen. El deseo de la Iglesia para esta jornada es también cantar, es decir, hacer visible a los in­visibles (como en tantas ocasiones). En este caso, visibiliza a marineros y pescadores. A muchos de nosotros, cómoda­mente instalados en nuestra casa, nos es difícil comprender –sobre todo a los de tierra adentro– hasta qué punto nuestra vida cotidiana depende del mar y sus trabajadores. Y, sin embar­go, muchas cosas de uso cotidiano, pe­queñas o grandes, nos llegan por ellos. Casi 1.200.000 marineros (la mayoría procedentes de los países en vías de desarrollo) a bordo de 50.000 buques mercantes transportan casi el 90 % de mercancías de todo tipo. Buques expuestos a riesgos considerables, inermes a la fuerza a veces  despiada­da del mar. Pero son los marineros los que están arriesgando su vida.

La Iglesia desea este año que «la fuerza de la fe» acompañe a esas otras fuerzas y embates que sufren los ma­rinos. Les afectan no solo los peligros de las fuerzas de la naturaleza, sino también la piratería y los atracos a mano armada. Tripulaciones afecta­das también por el hecho de pasar de un país a otro, de cambiar y tener que adaptarse constantemente a nuevas situaciones. Sin contar cuando, des­pués de días y semanas en el mar, se les niega el derecho a bajar a tierra firme y abandonar el barco.

Quedan como Atrapados en la red. Precisamente, este es el lema del XXIV Congreso Mundial del Aposto­lado del Mar (centrado esta vez en los pescadores), que se celebrará en Tai­wán en octubre. Porque, entre otros casos, el sector pesquero está plagado de casos de trata de seres humanos, de trabajo forzoso. Atrapados en la red. Que de esto también se hace eco el mensaje de la Iglesia española

El mar como cementerio

El mensaje también alude otras es­telas más trágicas. No se podía dejar pasar la ocasión para dirigir la mira­da marina a las oleadas de migrantes muertos en nuestro cementerio com­partido, el mar Mediterráneo, aquel que tan bellamente cantaba también Serrat como lugar de encuentro. Las estelas del Mediterráneo se cubren de cadáveres flotantes o personas naufragadas donde muchos mercan­tes acuden en su auxilio. Como tam­bién lo hacen tantas embarcaciones oficiales de salvamento. ¡Y muchas ONG ejemplares sin ningún barniz de buenismo fácil, sino arriesgando sus propias vidas, a pesar de lo que diga algún político!

Machado, el Papa Francisco, tam­bién el obispo promotor del Apostola­do del Mar, monseñor Luis Quinteiro; tú y yo… soñamos estelas limpias. En la encíclica Laudato si se mencionan precisamente algunas de las amena­zas que afectan los recursos naturales marinos: «Muchas de las barreras de coral del mundo hoy ya son estériles o están en un continuo estado de decli­nación: “¿Quién ha convertido el ma­ravilloso mundo marino en cemente­rios subacuáticos despojados de vida y de color?”».

Dios y el mar de Machado

Muchos dicen que cuando Antonio Machado quiere hablar de Dios lo hace hablando del mar:

«Érase de un marinero que hizo un jardín junto al mar,  y se metió a jardinero.

Estaba el jardín en flor. Y el jardinero se fue por esos mares de Dios».

A Dios lo encuentran muchos en el mar, ya sea el mar de Castilla o el de los océanos. «Los hombres y las mu­jeres del mar –dice el mensaje episco­pal–, oteadores de amplios horizontes, saben que con la fuerza de la fe nues­tro horizonte vital se amplía hasta límites insospechados».

Al fin y al cabo, «nuestras vidas son los ríos que van a parar al mar». Lo dijo Jorge Manrique. O lo podría haber dicho Machado. O tú y yo, con palabras más sencillas. Porque ansia­mos a Dios y su reino liberador cuan­do navegamos –ojalá que ligeros de equipaje– en la barca marinera de la vida. Imagen que surcará estos días aguas y puertos guiada por la Virgen del Carmen, de cuyo seno Jesús asu­mió nuestra humanidad, dejando aquí para quien quiera su limpia estela. Como a los hijos de la mar.

 José Luis Pinilla, SJ

Director del Secretariado de la Comisión de Migraciones de la Conferencia Episcopal España

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Papa: migranti sono nostri fratelli. P. Baggio: Europa ascolti Francesco

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“I migranti sono nostri fratelli e sorelle che cercano una vita migliore lontano dalla povertà, dalla fame e dalla guerra”. E’ il tweet pubblicato oggi alle 13.30 da Papa Francesco sul suo account Twitter @Pontifex, nel quarto anniversario della sua visita a Lampedusa. Il Papa chiede dunque di andare incontro a migranti e rifugiati senza chiusure. Un appello sul quale, Alessandro Gisotti ha raccolto il commento di padre Fabio Baggio, sottosegretario della sezione Migranti e Rifugiati del Dicastero per lo Sviluppo umano integrale. Sezione che, lo ricordiamo, è guidata personalmente dal Santo Padre:

  1. L’esperienza ci insegna che l’indifferenza, generata soprattutto dalla mancanza di conoscenza dell’altro, nel momento in cui si vengono a conoscere le storie – e le storie vere delle persone che bussano alle nostre porte – diventa un cuore che si apre quasi naturalmente – almeno di quelle persone che sono sensibili e hanno una propensione verso la solidarietà. Sono convinto che è quello che il Santo Padre sta pensando in questo momento, e cioè che provocando questo incontro, facendo in modo che le persone conoscano le storie dei fratelli e delle sorelle che bussano alle nostre porte, sicuramente la nostra apertura, la nostra accoglienza sarebbe più grande.
  2. – Quattro anni fa, la visita profetica di Papa Francesco a Lampedusa: davvero profetica, se pensiamo a quello che sta succedendo. Quel viaggio sembrò allora scuotere le coscienze di tanti. Qual è l’eredità – secondo lei – di quell’evento, per la Chiesa e non solo, oltre i confini ecclesiali?

– Lo abbiamo sottolineato più volte:il primo viaggio fuori Roma del Santo Padre è stato a Lampedusa, di fronte a una tragedia, una tragedia enorme che ha coinvolto centinaia di vite umane e che ha lasciato l’Europa sbalordita di fronte a quello che può accadere quando viene a mancare quella capacità di accoglienza,quella umanità che dovrebbe caratterizzarci anche come continente che ha gestato e ha prodotto quelle linee umanitarie di civiltà che un po’ in tutto il mondo sono l’eredità di questo Vecchio Continente. Quindi il Papa ha voluto fare questo gesto, ha voluto essere presente, ha voluto ricordare che nessuno può sentirsi non responsabile di fronte a queste tragedie, perché qualcosa sì possiamo fare, ed è produrre possibilità, corridoi, canali, modi in cui queste persone che scappano da disastri diversi, che scappano da guerre o che scappano dalla miseria e dalla povertà possono trovare un rifugio nei nostri Paesi.

– Quattro anni fa la visita del Papa a Lampedusa e ora, a livello europeo, sembrano sempre più restringersi le posizioni verso i migranti. Il Papa spesso ha richiamato la vocazione europea all’accoglienza: quali vie suggerisce la Santa Sede, anche attraverso la vostra sezione?

Noi cogliamo, ovviamente, quello che il Papa ha suggerito in più di una occasione e ha ricordato all’Europa, in ripetute occasioni, proprio questa sua missione particolare di civiltà nei confronti dei fratelli e delle sorelle che si trovano nel bisogno, che in questo momento sono meno fortunati. L’apertura a queste persone dev’essere fatta in modo intelligente, sicuro e sicuramente permettendo questo processo sia di accoglienza – che poi produce anche un processo di integrazione – per cui non viene a danno o non viene a produrre nessun timore nel cuore delle persone che ricevono, ma al contrario produce ricchezza e crescita in comune. Certamente, fino a quando tutta questa responsabilità viene letteralmente “scaricata” sul suolo italiano, è ovvio che risulta essere troppo onerosa e dev’essere per questo condivisa con altri Paesi.