59 pasos para unir en la diversidad

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Activan un plan para educar en la «no discriminación» en Gipuzkoa. La Diputación focaliza la campaña en la juventud para «prevenir» actitudes de exclusión por origen, etnia, orientación sexual o diversidad funcional

Diario VascoAMAIA CHICO23-01-2018

Gipuzkoa quiere preservar la diferencia, pero no la desigualdad que genera. Quiere favorecer la convivencia entre una población cada vez más heterogénea en origen, idioma, religión, capacidades, género u orientación sexual sin descuidar ninguno de los planos necesarios para avanzar hacia «uno de los territorios con menor desigualdad de Europa». El objetivo, reconocido por el propio diputado general Markel Olano, es ambicioso. Y por eso, el primer foco de atención del plan foral para la convivencia en la diversidad se ha puesto en quienes se encuentran en plena formación, educativa y de valores: la juventud, que no es precisamente la que protagoniza más actitudes discriminatorias, pero sí el colectivo en el que más efectivas pueden resultar las medidas tendentes a «prevenir» dichos comportamientos en el futuro.

Con esa meta, la Diputación Foral ha puesto en marcha 59 medidas, a desarrollar en dos años y desde cinco departamentos forales, para avanzar en un territorio con «más cohesión social» y mayores garantías de que, sea cual sea la condición de sus ciudadanos, tendrán las mismas oportunidades. «Si bien, a grandes rasgos, en Gipuzkoa no existe una actitud negativa hacia la diversidad, hay que estar alerta con ciertas cuestiones en las que la sociedad se muestra más reacia y se producen falsos estereotipos».
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Maribel Vaquero, la directora foral de Convivencia y Derechos Humanos, se mostró optimista ante la potencialidad de un territorio «bastante abierto» a la hora de aceptar y respetar la diversidad, pero incidió en que es preciso «visibilizar» más la realidad de determinados colectivos para eliminar las «discriminaciones» que sufren solo por pertenecer a ellos, y potenciar «lo enriquecedor» que resulta la mezcla cultural, social o étnica.

Cifras
54,6 por ciento de la población
de Gipuzkoa es tolerante hacia los migrantes, pero un 33,9% no acepta que vistan su indumentaria y a un 34% no le gusta que abran centros religiosos, según Ikuspegi.
29,4 por ciento de la juventud
vasca piensa que hay demasiados extranjeros, y un 5,2% prohibiría su entrada, según el Observatorio de la Juventud. La mitad que en 2012.
Analizar la realidad de los diferentes colectivos de mujeres migrantes que viven aquí; desarrollar el programa de prevención del yihadismo puesto en marcha entre menores bajo tutela; generar espacios de encuentro entre diferentes, o promocionar, mediante subvenciones, programas de integración social en colectivos con personas dependientes o con discapacidad son algunas de las medidas contempladas en un plan que pretende implicar a un amplio abanico de estamentos y organismos locales, y que tiene cinco ejes de acción: investigación, formación, prevención, generar espacios de encuentro y coordinación.

«Es un plan en el que son necesarias la participación y colaboración entre administraciones públicas y también con los agentes clave», es decir, con asociaciones o entidades que trabajan con esos colectivos que sufren mayores desigualdades, explicó Olano. Un plan que se desarrollará en todos los ámbitos, territorial y municipal, y que tocará la puerta de escuelas y de espacios de ocio deportivos, culturales… donde los jóvenes, los principales destinatarios, se mueven.

Medidas
Análisis de la realidad del pueblo gitano.
Mapa de la diversidad lingüística.
Campañas para mostrar la situación de personas migrantes, gitanas o de LGTBIQ+.
Capacitación sobre diversidad.
Espacios de encuentro.
Emoticonos
El reclamo de la campaña está por eso directamente vinculado con ellos y con un elemento el que no se despegan: los móviles. Un anuncio donde se invita a utilizar con la misma naturalidad que se hace a la hora de enviar mensajes, los emoticonos de hombres y mujeres de diferente raza, profesión o modelos de familia… «En el móvil está instalado ese lenguaje de convivencia, ¿así que por qué no que se instala en nuestra cabeza?», se preguntaron los responsables forales, quienes confían en que el spot anime a la reflexión en las nuevas generaciones. Y que el mensaje se extienda a las más adultas, donde persisten los prejuicios y las actitudes discriminatorias. «Esos comportamientos no son exclusivos de una edad», asegura Vaquero, quien remarca no obstante que los últimos informes apuntan cosas a mejorar pero no activan «ninguna alerta».

Inmigración y seguridad

POR JUANJO ÁLVAREZ – Lunes, 22 de Enero de 2018 –

Traslos últimos episodios de injustificable, inadmisible y tristemente mortal violencia urbana, las redes sociales han amplificado un movimiento de rechazo hacia “cualquier persona que llegue a Euskadi”, seguido sin más preámbulos de queja contra las personas inmigrantes y su condición de potenciales perceptores de la RGI.

El inasumible tono de la campaña permite atisbar un cierto rebrote del discurso político proteccionista y xenófobo, dando continuidad así a los de debates que proponen una especie de “jerarquización” entre los destinatarios de los servicios sociales y sanitarios prestados en Euskadi. Es un tema siempre espinoso, nada fácil de gestionar en el día a día del responsable público y sobre el que es siempre es más fácil opinar que actuar.

En todo este contexto cobra fuerza social otro discurso adicional acompañado de la exigencia de que los extranjeros que llegan a nuestra tierra se olviden de sus raíces y asuman de forma obligatoria las costumbres y los modos de vida de la sociedad que les acoge. Es un planteamiento que se muestra falaz, populista y que podría simplificarse bajo una premisa de mínimos, que no tiene nada que ver con las ocurrencias de políticos bajo el síndrome de electoralismo galopante: si el extranjero (y particularmente el musulmán) quiere que su religiosidad sea respetada, debe a su vez aceptar los usos del país de acogida.

Ello supone aceptar por ellos que ciertas prácticas como la poligamia, el repudio, la ablación, las formas de discriminación de la mujer o la imposición de matrimonios no son admisibles desde una óptica de protección de los derechos fundamentales. Y cuando hablamos de Derechos Humanos, no existe una “occidentalización” de los mismos ni una supuesta supremacía de los valores de nuestra civilización: los derechos humanos han de ser los mismos en Kabul o en Berlín, en Damasco que en Roma.

No se trata de defender lo nuestro como algo mejor o superior que lo foráneo. La barrera, la frontera a la aplicación de esas prácticas, debe situarse en la exigencia del respeto a la dignidad de la persona y debemos excluir toda forma de discriminación amparada en supuestas inercias históricas o culturales. Fuera, y también dentro de Euskadi, hay reacciones políticas teñidas de electoralismo y que suponen además un ataque frontal a los principios más esenciales de la dignidad humana. ¿Cómo puede ser considerado como delincuente una persona por el mero hecho de atravesar una frontera buscando salvar su vida o, simplemente, en busca de un mejor futuro?

Con frecuencia hablamos de tolerancia y de diálogo intercultural y, sin embargo, se levantan por todas partes del mundo nuevos muros y murallas que separan más de lo que supuestamente protegen. La entrada de inmigrantes sin control perjudica al conjunto de extranjeros en su consideración social y en sus oportunidades de trabajo. Ellos son los primeros perjudicados al ser explotados por mafias, trasladados con graves riesgo para sus vidas y con dificultades infranqueables para su plena regularización administrativa.

El segundo debate, el de la integración social de los inmigrantes, es incluso más complejo que el del control: no hay recetas mágicas. Basta comprobar que ni el modelo francés de asimilación (más generoso en conceder la nacionalidad pero que defiende una mayor uniformidad cultural, como se aprecia por ejemplo en la prohibición del velo islámico), ni el modelo inglés, más tolerante con las diferencias, y “multicultural” han evitado que el problema altere gravemente la vida ciudadana y la convivencia en paz social.

¿Cuál podría ser una vía razonable? Los inmigrantes deben respetar las leyes del Estado que les acoge, cumplirlas como ciudadanos: se integran en una sociedad que tiene sus reglas escritas y no escritas. Y los anfitriones debemos cumplir como obligación básica con el respeto a la diferencia. Solo si logramos conciliar ambos extremos podremos avanzar en la dirección correcta. Convivir es aceptar, respetar y valorar en positivo la diferencia, sí, pero exige un esfuerzo de adecuación a la sociedad en la que vives y que te acoge.

La identidad de las naciones es más fuerte cuanto más apueste por ser abierta, integradora y respetuosa con sus diferencias interiores, porque una nación cívica debe basar su fuerza en una concepción inclusiva de la identidad, como sociedad de ciudadanos, que valora su pluralismo interno y su complejidad social. Éste es también un reto, todavía incipiente, en nuestra sociedad vasca.

Jornada Mundial de Oración y reflexión contra la trata de personas y Vigilia de Oración

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Madrid, 8 de febrero 2018. «Rezar y reflexionar sobre la trata de seres humanos»: este es el objetivo de la Jornada Mundial de Oración y Reflexión contra la Trata de Personas, programado para el día 8 de febrero, día de Santa Josefina Bakhita.

Esta Jornada es promovida por las Uniones Internacionales de los Superiores Generales de Congregaciones y órdenes religiosas, de mujeres y hombres y por el nuevo Dicasterio para el servicio del Desarrollo Humano Integral.

Y el Papa Francisco, un año más, apoyado por estas entidades, nos invita a rezar. Desde el inicio de su Pontificado, ha denunciado en numerosas ocasiones la trata de seres humanos, definiéndolo como «un crimen contra la humanidad» y llamando a todos a hacerle frente y a cuidar a sus víctimas. “Necesitamos tanto eliminar las causas de este fenómeno tan complejo como también asistir adecuadamente a las personas que caen en los lazos de la trata” (Palabras del Papa Francisco a los miembros del Grupo Santa Marta y RENATE, octubre-noviembre 2016).

Desgraciadamente el número de víctimas aumenta de año en año. Millones de hombres y mujeres, niños y adultos son víctimas de trata en todo el mundo. Personas en estado de esclavitud se venden como una mercancía, prostitución, tráfico de órganos, esclavitud laboral, niños para la mendicidad…., y tantas otras esclavitudes que nos rodean. Hace cuatro años, el papa Francisco nos convocaba por primera vez con el lema «Una luz contra la Trata». Para éste año 2018, el papa nos convoca en torno a las migraciones «Emigrar sin trata».

Con motivo de ésta jornada mundial, en numerosas diócesis de España se están organizando vigilias de oración en torno a la fecha propuesta.»

En Madrid, el grupo intra eclesial contra la trata de personas -integrado por CONFER, Fundación Amaranta, Cáritas, Fundación Cruz Blanca, Justicia y Paz y la Comisión de Migraciones de la Conferencia Episcopal- convocan a una vigilia de Oración el sábado 10 de febrero.

Inhumanidad (Jornada mundial del emigrante y refugiado)

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De las muchas cosas que me han gustado del Mensaje del Papa para la Jornada de las Migraciones (replicado y contextualizado en España por nuestros Obispos) es que además de dejar volar sus sueños para responder al reto de las migraciones forzadas con verbos muy inspiradores, termina aterrizando en medidas tan concretas como apenas había yo percibido en mensajes papales anteriores. Muchas veces se critican los mensajes eclesiales tiñéndolos de etéreos y generalistas. Este desde luego no va a poder recibir semejantes calificativos. Acoger, proteger, promover e integrar a los emigrantes y refugiados, los verbos que utiliza  son solamente inspiraciones o evocaciones que hacen descender los vuelos que sugieren el aterrizaje necesario como el pan de cada día. Para que  la Iglesia y los hombres y mujeres de buena voluntad hagamos algo parecido a un lobby colectivo (de ahí las propuesta de 20 Puntos para pactos Globales en la ONU a finales de año) Y así presionar sobre los medios, los gobiernos, las administraciones públicas, las empresas…y las mismas comunidades católicas… especialmente en lo relativo a las decisiones políticas y económicas – y por supuesto pastorales –  para borrar de inhumanidad  las políticas migratorias.

Se trata de lo contrario. De humanizar. Ser humano es pertenecer a nuestra especie pero a la vez es asumir unos valores propios como el reconocimiento del prójimo o del ciudadano vecino o lejano y su vulnerabilidad. O los valores de la compasión, la amabilidad, la afabilidad y la cordialidad entre otros. Todo aquello que lleva a decirnos que la definición de humano no se centra en mi ombligo.  Recordando a Terencio en “El atormentador de sí mismo”: “Soy humano y nada humano pienso que me es ajeno”. Y eso  está siendo contradIcho ante casos de la actual situación de los emigrantes forzosos en los cuatro puntos cardinales. Lo que nos lleva a veces a la degeneración como especie si no se despertara nuestra conciencia y nuestros sentido de pertenencia a los que llamamos ser humano .

Este a veces queda aterradoramente sepultado por casos donde lo único que se pretende es el provecho y el beneficio tangible normalmente  a costa de otros (casi siempre de los más pobres). Y así, ser humano resulta algo beneficioso para quien lo ejerce solo si saca réditos para sí o para su clan. El último caso es el desastroso discurso de Donald Trump despreciando la acogida de los habitantes de El Salvador, Haití y otros países africanos porque “los charcos en los que viven” – así habla este gran orador de tuits incapaz de genera ningún discurso mayor de 140 caracteres- – no son nada comparables a las paradisíacas aguas de Noruega. O a las de sus lujosas mansiones, Lo peor del caso es que esa forma de ejercer la in-humanidad termina siendo simplemente gratuita porque se quiere hacer gracia o porque así se demuestra –con un desprecio insultante- hasta donde llega el poder personal (porque además lo dice en el despacho oval) . Eso nos lleva a la cruel constatación de que hay posturas y palabras que se asemejan a la de los criminales desinteresados.

 

“Shakespeare -escribía billantemente Fernando Savater en un articulo en El País-  dio voz turbiamente elocuente a malhechores movidos por la ambición, los celos o la envidia pero no sé cómo se las habría arreglado para hacer comprensibles a los criminales desinteresados”. Esa inhumanidad que se ejerce porque sí. Ajena a todo razonamiento exterior o a propuestas que ni siquiera se aprecian lo mas mínimo. Quedan desvirtuadas por los poderosos, más que por la validez o no de las mismas. A veces pienso que los que se dedican a las migraciones son enemigos de muchos sin pretenderlo. Simplemente porque defienden a los emigrantes. Simplemente. O son enemigos o de otro bando. O su voz no alcanza el nivel necesario en la encuesta que marca tendencias. No es extraño que resuene como último baluarte de humanidad la voz de Sócrates argumentando en el Gorgias que es mejor padecer injusticia que cometerla, mientras Calicles se negaba a escucharle. Aceptarla o rebelarse ante ella. La inhumanidad tiende a hacer, cada vez más, verdad lo primero. Me resisto. Me rebelo.

Me está costando mucho  releer lo anterior. Porque yo soy de los que creo en la humanidad. Sobre todo en la humanidad doliente. Incluso creo que los rasgos de inhumanidad pueden ser no definitivos en comportamientos en fronteras, en mares, en centros de detención o internamiento, en leyes anti migratorias inicuas, en exigencias casi sobrehumanas para los que han recorridos miles de kilómetros antes de saltar una valla, y otra y otra… Porque creo en la humanidad y por eso creo en la esperanza. Porque me emocionan tantas gentes e instituciones salvando en el Mediterráneo por ejemplo a personas hundidas (física y moralmente). Creo en la esperanza y la posibilidad de una nueva respuesta más humana, incluso cuando me entero de asesinos jovencitos que prenden fuego al mendigo que duerme arrebujado en mantas de cartón. O para los responsables de la criminalización de Helena Maleno y Jose Palazon, o en los que no están evitando que niños de Melilla tengan escuelas como la mayoría y la calle obligada sea su aula, o en aquellos que temen perder su identidad si se rozan con identidades diversas olvidando que el arco iris (alianza de Dios con la tierra) es una necesaria visualización del abrazo y la acogida  de la misma diversidad trinitaria hacia la humanidad: tres personas, distintas… y un solo Dios verdadero. Unidad a través de la diversidad.

Este año el Mensaje del papa ( y de los obispos ) nos habla de poner muros y murallas a la inhumanidad. Eso es lo que me escribe el gran Peio Sanchezal ver el cartel de la jornada de este año: “Tun, tun. ¿quién es? abre la ventana”, nos dice recordando la gran canción la Muralla de Quilapayun (y de Ana Belén). Y continua escribiendo tan bellamente “Y es que cuando se cierran las puertas de las fronteras se abren las ventanas. Ellas son tragaluces por donde entra la luminosidad de los que vienen de fuera. Desde las ventanas se ponen los niños a soñar con su futuro. Hoy abrimos las ventanas para acoger el aire fresco de los hermanos que esperan refugio. Nuestra casa de ventanas abiertas es tierra de asilo para proteger a los que se encuentran en la intemperie del abandono, la pobreza y el dolor. Para entrar por la ventana es necesario levantar a los caídos que vienen de fuera, elevar a los que se doblan por el peso de la huida, promover impulsando desde lo mejor de cada uno. En la ventana hay una cruz donde se juntan las cuatro hojas, el crucero sirve para integrar el norte y el sur, oriente y occidente. La cruz de nuestra ventana es el espacio de fraternidad donde los diferentes nos hacemos hermanos. Abre la ventana para que entre el Viento que todo lo cambia y hace nuevo nuestro mundo roto de emigrantes y refugiados. Deja entrar en tu casa para que el corazón no se hiele y tu hogar no se seque. Si cierran las puertas, abriremos ventanas pequeñas e imaginativas, incluso grietas, para entrar en la casa del amparo para todos donde nadie es excluido”.

De eso se trata: De Acoger que es tanto como besar (rozar mi piel con el distinto y que él me crea). Al fin y al cabo el hombre de cualquier color nació de un beso de Dios. Se trata de Proteger que es tanto como decir abrazar,regalar el abrazo de las mantas rojas y procurar  techo, trabajo y pan a los emigrantes. De Promover (algo así como subir sobre  los hombros al emigrante vulnerable para que vea otros horizontes). De Integrar (coger de la mano, tocarla y caminar juntos) Me lo he preguntado muchas veces: Cuando un padre lleva de la mano a su hijo pequeño… ¿Quién conduce a quién?

Y esto se canta en La Muralla:

—¡Tun, tun! —¿Quién es?—Una rosa y un clavel…—¡Abre la muralla!

—¡Tun, tun!—¿Quién es?—El sable del coronel…—¡Cierra la muralla!

—¡Tun, tun!—¿Quién es?—La paloma y el laurel…—¡Abre la muralla!

—¡Tun, tun! —¿Quién es?—El gusano y el ciempiés…—¡Cierra la muralla!

(….)

Y perdón por la corrección en el primer verso del párrafo final: Todos sabemos que se habla de una “muralla que vaya”. Creo que la intención de los autores era la que osadamente propongo en negrita.

Una muralla que “se abra”

desde la playa hasta el monte

desde el monte hasta la playa,

allá sobre el horizonte.

http://entreparentesis.org/inhumanidad-jornada-mundial-del-emigrante-refugiado/