El papa Francisco clamó ayer contra los que se dejan corromper, quienes viven de la trata de personas, la esclavitud y la fabricación de armas, y les dijo que tendrán que hacer cuentas con Dios.
El papa se expresó así en la audiencia general en la Plaza de San Pedro, en la que apareció en buen estado de forma después de la ligera indisposición que lo obligó a anular algunas citas durante los últimos dos días.
Jorge Bergoglio dedicó su catequesis a la expresión “temor de Dios”, de la que dijo que no es tener miedo sino que es “una alarma ante la pertinacia del pecado”. Se refirió a aquellos que “tienen responsabilidad y se dejan corromper”, “a las personas que viven de la trata de personas y del trabajo esclavo y a los que fabrican armas, y que son mercantes de muerte…”.
“Un día, todo terminará y en el más allá tendrán que hacer cuentas con Dios por todo el mal cometido. Además, no se podrán llevar a la otra parte el fruto de su corrupción: dinero, poder y orgullo”, agregó.
El pontífice argentino aseguró que estas personas “no son felices”, tienen “el corazón roto” y así es difícil que se acerquen a Dios “porque no tienen a Dios en el corazón”.
“¿Quién de los que estamos aquí es fabricante de armas? ¡Ninguno!, porque los mercaderes de muerte no están aquí porque no vienen a oír la palabra de Dios”, exclamó ante las decenas de miles de fieles.
El papa, después de los saludos a los fieles, hizo un llamamiento contra la explotación infantil al recordar que hoy se celebra el Día Mundial contra el Trabajo Infantil. “Decenas de millones de niños, escuchad bien, decenas de millones de niños están obligados a trabajar en condiciones degradantes, expuestos a formas de esclavitud y explotación, así como a los abusos, los malos tratos y la discriminación”, exclamó.
Francisco pidió que “la comunidad internacional amplíe la protección social de los menores para erradicar este flagelo de los niños”.