Mons. Rafael Zornoza En esta Pascua damos gracias a Dios por aquellos que se desviven en el servicio a los más indefensos. Su apostolado en la Iglesia es manifestación gloriosa de la vida resucitada, porque la pobreza de la otra acogida en la fe es siempre recibir al mismo Cristo. Doy gracias especialmente por la pastoral de inmigrantes, llevada a cabo con enorme dedicación y entrega en la Diócesis. Hay momentos, como el de este domingo en Los Lances, que no deben ser olvidados tan fácilmente: rompen nuestros esquemas civilizados y nuestros corazones, y nos mueven a la caridad. Dejo mis palabras de saludo Tengamos muy presente esta misión en nuestra oración y compromiso cristiano.
Queridos hermanos venidos de distintos lugares de España y pertenecientes a Cáritas, Confer, Justicia y Paz, y, sobre todo a las delegaciones de Pastoral de Emigrantes y a la Conferencia Episcopal Española.
Gracias por vuestra presencia en este lugar, reconocido en el mundo como uno de los enclaves más conflictivos del paso del Estrecho, buscado por los africanos, especialmente subsaharianos para acceder a Europa, con gran riesgo de su vida. Como bien sabemos los cristianos de Cádiz y de Ceuta -y dan fe de ello los colaboradores de nuestra Delegación de Emigrantes aquí presentes y la Fundación Tierra de Todos- este es un lugar para contemplar tragedias y volcarse a amar. Aquí se rompen nuestros esquemas civilizados y nuestros corazones.
Aquí venimos una y otra vez para amar, ayudar, socorrer, atender y acoger a los que, después de tantas penurias consiguen verse a salvo en esta orilla, aunque desgarrados por lo que quedó atrás, incluidas las vidas de los que sucumbieron en el intento.
Hoy estamos aquí para orar, pero antes para llorar. Que nuestro llanto dolorido por tanto sufrimiento se convierta en oración sentida que Dios escucha porque brota del corazón y es acogida por el Padre misericordioso que se aflige de nuestros males. Pero pidamos también que este llanto sea de dolor por nuestros pecados de indiferencia ante la injusticia y marginación para que, conmovidos y arrepentidos trabajemos más para acoger e integrar a estos hermanos, y, sobre todo, para que cambien las condiciones trágicas que les obligan a dejar sus casas buscando una vida mejor.
Oremos para que la sociedad entera y los gobernantes de las naciones sientan la vergüenza y el dolor de la emigración. También, con compasión, por los que han perdido la vida en el mar, por sus familias y por los supervivientes que vamos a visitar y animar. Encomendemos con gratitud a cuantos con misericordia atienden, cuidad y acogen a los emigrantes y a cuantos trabajan por unas condiciones más justas para ellos en la legislación de los países de acogida.
Gracias, hermanos y amigos por vuestra presencia aquí. Bienvenidos a vuestra casa.
+ Rafael Zornoza
Obispo de Cádiz y Ceuta