El Vaticano reclama «un compromiso más claro y contundente» contra la trata de personas

Religión Digital. 24 de abril de 2015

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Los inmigrantes que huyen en los barcos no son esclavos que irán a trabajar en la prostitución, sino mayoritariamente personas que solicitan el estatus de refugiados

Los participantes del tercer encuentro sobre trata y delitos conexos como el narcotráfico y el tráfico de órganos, que organizó en el Vaticano la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales, pidieron a la Iglesia y a la comunidad internacional un compromiso «más claro y contundente» para poner fin a «la trata de personas y a todas las formas de explotación, en particular la prostitución, el trabajo forzado, la extracción ilegal de órganos humanos y la utilización de menores para la venta de drogas y la producción de material pornográfico, sobre todo en Internet¨. Reclaman que el tráfico humano sea considerado crimen contra la humanidad.

Los participantes del tercer encuentro sobre trata y delitos conexos como el narcotráfico y el tráfico de órganos, que organizó en el Vaticano la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales, que preside el arzobispoMarcelo Sánchez Sorondo, dieron a conocer un comunicado en el que advierten que hoy «existe una necesidad contundente e innegable de poner fin a la trata de personas y a todas las formas de explotación, en particular la prostitución, el trabajo forzado, la extracción ilegal de órganos humanos y la utilización de menores para la venta de drogas y la producción de material pornográfico, sobre todo en Internet».

«La trata de personas en todas sus formas, y en particular el tráfico para fines de explotación sexual y prostitución, debe ser declarada un crimen de lesa humanidad. Los traficantes deben ser llevados a juicio en el marco de leyes nacionales e internacionales claras, con el decomiso de aquellas ganancias que sean producto de su actividad ilegal, y las víctimas deben ser indemnizadas por todos los daños sufridos», subrayaron.

Asimismo, solicitaron a la Santa Sede que «promueva un movimiento que garantice elcompromiso de la Iglesia Católica y de todos los hombres y mujeres de buena voluntad, de poner fin al tráfico de personas y la prostitución, compromiso este que deberá manifestarse en los términos más claros y contundentes posibles».

En una rueda de prensa en la Casina Pío IV, los participantes del coloquio propusieron que el tráfico de personas o trata sea calificado como crimen contra la humanidad, como pidió el papa Francisco, porque así podrá superar las trabas o vacíos de las legislaciones nacionales, y solicitaron la creación de una agencia internacional que permita medidas concretas para contrarrestar el tráfico de seres humanos.

Intervinieron en la sala de prensa de la Santa Sede, la profesora Margaret Archer, presidente de la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales; y dos de sus miembros, los profesores Stefano Zamagni y Pierpaolo Donati.

Indicaron que fue una plenaria enriquecida por otras categorías que se sumaron a los estudiosos, como operadores sociales del mundo de las ONGs, y diplomáticos y responsables de las ejecuciones de las políticas, (policy markers).

Recordaron además que el último informe de la Organización de las Naciones Unidas en Viena, indica que el 70 de los esclavizados son mujeres y niñas, y el 72% de los traficantes son hombres. Pero más allá del problema de género, la novedad es que el tráfico no está destinado solamente a la explotación sexual, o a la prostitución, sino también para que las personas sean iniciadas en el trabajo forzado, en sectores de la economía, incluso doméstica.

«Porque la novedad también es que hay empresas que trabajan con subcontratación, lo que favorece el fenómeno. Esto hace necesario además la responsabilidad social de las empresas», indicó el profesor Zamagni.

Es importante abatir también la idea de que «el fenómeno de la trata es antiguo como la humanidad y por lo tanto normal», cuando hoy estamos en la época de la globalización. Por ello, aseveró el profesor de la Universidad de Bolonia, «es necesario a abatir esto, y no pensar que se es necesario convivir con el fenómeno».

Otro punto es que «en un mundo en el que cuenta la oferta y la demanda, no se puede dejar de tomar en consideración la demanda», indicó. Y por ello un empresario no puede decir que ‘no lo sabía’ si un precio de contratación es demasiado bajo.

Además, claramente queda en pié la necesidad de la lucha contra la criminalidad organizada, que se sabe usa violencia y corrupción.

Precisó que «también hay que acabar con la idea de que ‘estos fenómenos sucedan en ámbitos malos de la sociedad’. No es así, aunque no haya coacción directa, porque si se dan opciones sin salida a un inmigrante, éste es un modo de reducir la libertad de elección«. Además, estas opciones limitadas sirven por ejemplo para justificar a quienes dicen: legalicemos la prostitución.

Otro de los problemas que quedaron claros es en el ámbito del Derecho internacional, que debe optar entre Sullivan, con sus 7 principios, y más recientemente los planteados por John Rugier, aprobados en noviembre del 2011. Porque no es posible aceptar a ambos.

Se indicó también que es necesario configurar una autoridad mundial como la Wto, pero en el ámbito del tráfico de personas, para que haga aplicar los protocolos que se han firmado, como el de Palermo con el 90 por ciento de las firmas de la comunidad internacional, pero ratificado por pocas naciones.

O por ejemplo que indique un ‘no compro’ o señale a quien ve un negocio posible si detrás hay fenómenos de esclavitud.

Y concluyó el profesor Zamagni, «después está la cuestión jurídica. El Papa quiere que se defina el tráfico como crimen como contra la humanidad. O sea una tipología nueva superior a la ley positiva de los estados».

El profesor Donati por su parte pidió erradicar prejuicios, como el de confundir al inmigrante que huye de la persona esclavizada. «Los inmigrantes que huyen en los barcos no son esclavos que irán a trabajar en la prostitución, sino mayoritariamente personas que solicitan el estatus de refugiados». Y precisó que en el caso de las personas esclavizadas se recomienda la repatriación voluntaria, a diferencia de los inmigrantes que pueden ser repatriados sin su consentimiento.

Recordó también que con la criminalización de ciertos delitos como la prostitución, se han logrado pocos resultados, y que por ello es prioritario reducir la solicitud. Aquí entra un problema de cultura, también un problema económico en el trabajo servil, como en la prostitución.

Por ello, un punto importante para combatir el tráfico de órganos es animar a la donación de órganos. Promover entre las personas las cartas que autorizan la donación de sus órganos en caso de muerte y explicarlo a los fieles, en los colegios, y en las asociaciones que sensibilizan a la opinión pública, dirigiéndose no solo a los individuos sino también a las redes sociales y a la sociedad civil.

 

 

 

 

 

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