Misiones Salesianas pide «una respuesta conjunta y eficaz de la comunidad internacional»
Cáritas recuerda que «la acogida es una exigencia ética inherente a nuestros sistemas democráticos»
El Servicio Jesuita a Refugiados, Misiones Salesianas y Cáritas lanzan un sos por los refugiados | Religión Digital
Te presentamos a Ahmad Hajko, él es un niño sirio de 8 años que ahora vive en Líbano. Ahmad solía tener una vida normal, hasta que fue forzado a irse de su casa, y como millones de familias de Siria, correr por su vida junto con el resto de su familia. Este pequeño niño tiene terribles memorias de la guerra en su país:
«Recuerdo el bombardeo… había muchos disparos. Entonces venimos acá»
Un día al año conmemoramos el Día Mundial del Refugiado, pero todos los días niños como Ahmad necesitan apoyo psicosocial y educación para reconstruir sus vidas o cualquier tipo de esperanza para su futuro. Líbano es un país pequeño que le ha abierto las puertas a más de 1.5 millones de Sirios desde el 2011, pero en comparación con otros países vecinos como Jordán, no existen campamentos de refugiados en Líbano.
Las familias refugiadas viven dispersas en establecimientos informales sin acceso a servicios básicos, y comida. A niños como Ahmad se les dificulta mucho volver al colegio, y muchos ni siquiera se les permite: pues son obligados a trabajar para sustento de su familia.
Desafortunadamente nuestro trabajo no está ni cerca de haberse terminado. El JRS le trae educación de calidad a países como Líbano, Chad, Sudan del Sur y la Republica Democrática del Congo donde familias victimas del desplazamiento forzado siguen llegando a diario.
«Durante varios días estuve andando por el desierto, con mi madre y mis hermanas. Tuvimos que salir de noche y dejar mi casa, mi colegio, mis amigos… todo». Es el testimonio de un niño de 12 años que hoy vive en uno de los campos de refugiados más grande del mundo, el de Kakuma. Pero podría ser la realidad de cualquiera de los 66 millones de personas que se han visto obligadas a abandonar sus hogares en el mundo.
«La situación que vivimos hoy es una crisis humana sin precedentes», explica Ana Muñoz, portavoz de MISIONES SALESIANAS. «Es como si la población de España, Portugal y Grecia desapareciera. Como si estos tres países quedaran vacíos ¿Te imaginas nuestro país sin nadie, ciudades vacías, carreteras sin coches, parques sin niños…», añade Muñoz.
Los misioneros salesianos, cada día, se enfrentan a la realidad que viven estas personas que son obligadas a abandonar sus casas. Trabajan en todos los estadios que vive una persona refugiada o desplazada. «Desde la acogida a la reintegración. Les acompañan, están a su lado y, sobre todo, tratan de que su futuro no se pierda», explica la portavoz.