Encuentro del papa con el mundo circense y artistas itinerantes

«Ustedes saben sorprender y suscitar maravilla»

Si hay un trabajo pastoral desconocido ese es el que se desarrolla en los circos y en las ferias. Por eso es muy importante este Encuentro con el Papa. Porque todos los que trabajamos en ello nos sentimos reconfortados a la vez que renovamos nuestro deseo de que en los distintos lugares eclesiales se abra un hueco que para conocer a  estos hermanos .No esta de más también para  recordar  pensando en ellos la famosa cita del Vaticano II :  “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón. La comunidad cristiana está integrada por hombres que, reunidos en Cristo, son guiados por el Espíritu Santo en su peregrinar hacia el reino del Padre y han recibido la buena nueva de la salvación para comunicarla a todos. La Iglesia por ello se siente íntima y realmente solidaria del genero humano y de su historia.” (G.S. 1)

Hay fechas y acontecimientos de cada personas que dejan huella en nuestra existencia y muy difíciles de borrar. Los días 30 de noviembre y 1 de diciembre de 2012, quedarán para siempre en la memoria de los artistas itinerantes, y más particularmente para los circenses y feriantes de Europa.  El motivo no es para menor. Roma y más en concreto el Vaticano, ha abierto sus puertas para acoger,  por primera vez en la historia, a los artistas itinerantes europeos para celebrar la fe, manifestar al Papa la belleza de su arte y escuchar sus palabras de aliento, como padre y maestro en la fe.

Unas 10.000 personas venidas de bastantes países de Europa, principalmente de Italia y algunos de Estados Unidos, nos hemos dado cita el viernes día 30 de noviembre en la basílica de San Pedro para celebrar la Eucaristía. La celebración la ha presidido el card. Veglió y concelebrada por directores nacionales y Algunos agentes de Pastoral de circos, feriar y artistas de la calle.

Ya por la noche estábamos citados en la Plaza del Pópolo para participar en la fiesta popular que toda la multitud de artistas han querido ofrecer a la ciudad de Roma. El ambiente festivo de la plaza en si mismo ya era un espectáculo, debido a la variedad de música, colorido de los uniformes y trajes, bailes y sobre todo, números circenses al abierto.

Aunque la lluvia sin estar invitada a la fiesta se coló, no logró suspenderla.

El día 1 de diciembre era la fecha añorada y acariciada desde hacía más de un año para ser recibidos por el Santo Padre el Papa y, finalmente, estaba a punto de hacerse realidad con un gran desfile, que partió del castillo  del Santo Ángel, pasando por la Vía de la Conciliación hacia  la gran sala Pablo VI.

Con la sala llena, durante  más de dos horas, hubo una variada  exhibición   de números artísticos hasta que a las 12 llegó el Papa.

Ante el Papa, fueron principalmente los niños de la escuela circense de Verona, quienes hicieron a Benedicto XVI unos vistosos números. Al Papa se le veía feliz y estar muy a gusto en compañía tan variopinta.

Sin lugar a duda, la  presentación al Papa de dos cachorros constituyó todo un acontecimiento.

Para la historia quedarán los tres testimonios de fe que dieron ante el  Papa una circense alemana, un circense francés y un joven feriante italiano. La fe, dijo ante el Papa, no se cambia, sino que se vive y se transmite en familia, haciendo alusión a una atracción que tiene la familia desde el siglo XVIII va pasando de padres a hijos.

El Santo Padre, en un discurso directo y lleno de alusiones a la alegría y a la fiesta, entre otras cosas dijo: «La alegría de los espectáculos, la alegría recreativa del juego, la gracia de las coreografías y el ritmo de la música, constituyen precisamente una vida inmediata de comunicación para ponerse en diálogo con pequeños y grandes, suscitando sentimientos de serenidad, de felicidad y de concordia».

«Ustedes, les dijo el Papa, saben sorprender y suscitar maravilla, ofrecer ocasiones de fiesta y de sana diversión»,

El Santo Padre tampoco perdió la ocasión para insistir en que mantengas los valores que forman parte de su tradición como es «el amor a la familia, el interés por los pequeños, la atención a los minusválidos y a los enfermos, la valoración de los ancianos y de su patrimonio de experiencias».

Son halagadoras para este mundo itinerante las palabras que textualmente les dijo el Santo Padre: «En su ambiente se conserva vivo el diálogo entre las generaciones, el sentido de la amistad, y el gusto por el trabajo en equipo. Acogida y hospitalidad les son propias».

El Papa no ignoró los numerosos problema  ligados a su condición itinerante, como la instrucción de los hijos, la búsqueda de lugares aptos para el espectáculo, los permisos etc.

Creo que el Papa acertó de lleno al llamar la atención de las Admirables públicas para  que reconozcan la función social y cultural del espectáculo itinerante y se empeñen por su tutela.

«La Iglesia, les dijo Benedicto XVI, se alegra por el empeño que demuestran y aprecia la fidelidad a las tradiciones». Ella misma, la Iglesia, que también es peregrina, les invita a participar en su misión divina a través de su trabajo diario».

El Papa no ignoró de que los circenses y feriantes no pueden formar parte de una  comunidad parroquial, por lo que, la participación a la formación catequética y al culto divino no es fácil; por esta razón, dice el Papa, es necesaria una nueva evangelización.

Creo que como Iglesia tenemos mucho camino por recorrer y salir al encuentro de estos hermanos nuestros cuando llegan a nuestra diócesis y parroquia; es más, aunque «es la familia la vía primaria de transmisión de la fe»  el Papa les deseó que puedan encontrar, en las comunidades en las que se detienen, personas acogedoras y disponibles, capaces de salir al encuentro de sus necesidades espirituales.

Después de asegurarles la cercanía de la Iglesia, que comparte su camino, el Papa les encomendó a todos ellos a Santa María, «Estrella del Camino», para que con su materna presencia los acompañe en todos los mementos de la vida.

Ya en castellano el Papa expresó el deseo de que ellos mismos y los agentes de pastoral, «se hagan anunciadores de la Palabra de Dios y testigos de Jesús Resucitado, esperanza del mundo».

La bendición del Papa para todos los presentes y ausentes, cerró el inolvidable encuentro.

Confío de que con este aliento y alimento del Papa,  podamos proseguir por los caminos del mundo llevando alegría y sana diversión a grandes y pequeños.

José Aumente Domínguez

Director Nacional de la Pastoral de Circos y Ferias

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