29 de abril de 2014
José Luis Pinilla, sj).- Roma, città aperta. Roma católica y acogedora. Hoy su plaza universal abierta de par en par , me hacía recordar aquello de que «la catolicidad no se manifiesta solamente en la comunión fraterna de los bautizados, sino también en la hospitalidad brindada al extranjero, cualquiera que sea su pertenencia religiosa, en el rechazo de toda exclusión o discriminación racial, y en el reconocimiento de la dignidad personal de cada uno, con el consiguiente compromiso de promover sus derechos inalienables» según afirmaba ya en 1999 el recién canonizado Juan Pablo II.
Me ha consolado esas palabras sobre la catolicidad manifestada en la hospitalidad legitimada también como un deber por el Santo Juan XXIII en su encíclica Pacem in Terris. Roma abierta, imagen que me ha venido en las vísperas y en el día mismo de las canonizaciones. universal y hospitalaria . Como me lo han recordado consolatoriamente también en Madrid nombres, frases y personas emigrantes de varios países en encuentros recientes. Y a la par, me he sentido desolado al comprobar cómo se dificulta la universalidad y la hospitalidad estos dias también en el Estrecho (lo mismo que en Belgica, Francia, Suiza, Alemania o Arizona por poner otros ejemplos).
Empiezo con dos frases: «Vine en una patera y esta ya no me acompaña » y «Me gusta mi corazón rojo «. Así de claro hablaron en las recientes Jornadas del Menor de la CEM, Comillas y Murialdo, dos jóvenes uno de Ganha y la segunda marroquí. El primero expresaba así la dureza de su llegada y el gozo de su experiencia con su autonomía e integración actual . Y la segunda, se refería (querido lector no desvíes tu pensamiento a cuestiones ideológicas) a la identificación con su Marruecos de origen. Y es que a pesar de sentirse perfectamente integrada en España, no olvida el «rojo» de su país que lo lleva en su corazón.
Ojala la integración de emigrantes supusiera el enriquecimiento de lo que aportan las dos identidades ( la de origen y la de destino) en armoniosa conjunción tal y como trabajó la Iglesia española acompañando a los emigrantes en Alemania . Y esto no es «buenismo» barato sino experiencia real en muchos lugares, también en España, donde hemos practicado un modelo de integración generoso muchas veces , sorteando la increíble rapidez, y variedad de la llegada de tantos emigrantes en tan pocos años. Ahí la Iglesia ha dado mucho de lo mejor de sí misma
Mi amiga Carmen – de la comunidad «Ventilleros» al lado de la Pza de Castilla – , me hablaba estos días también de «su Pascua» en Ceuta y de la gracia al acompañar a dos monjas , Paula y Cande. De su dolor por el contraste entre las personas que viven situaciones de violencia y discriminación por su origen raza o condición social y en cambio «es alucinante» cómo se levantan las fronteras para futbolistas famosos o mandatarios extranjeros, actores de violaciones de derechos humanos.
Recordaba a Kevin de Camerún y su tragedia en el Tarajal al perder a sus compañeros. Decía que le «pinchaba el corazón» ver a una mujer del CETI que fue violada camino de España y que llegó a Ceuta embarazada de gemelos en una barca sin motor (¡un milagro!) Habian invitado a la Cena del Jueves Santo, la fiesta del Amor, a emigrantes del CETI de Ceuta. Y allí se habían lavado las manos unos a otros recordando el servicio del lavatorio de los pies de Cristo – actualizado por el Papa Francisco con emigrantes el año pasado y con discapacitados en este . O en la hora santa frente a la valla, con oraciones o leyendo testimonios de personas que no consiguieron entrar en España y que fueron víctimas de la violencia. » La valla me hería con solo mirarla».
Y como el dolor en Pascua se cambiaba en resurrección al ver en Ceuta a tantas personas que creen en la justicia y luchan por ella. Son como oasis en el desierto donde la igualdad se ejerce en el baile, en la conversación, en la búsqueda de soluciones , a pesar de venir de lugares distintos… «Los sueños- decía – son más fuertes que las vallas y las fronteras, alimentados por un Dios resucitado, que no mira raza, sexo o religión, que no oprime, sino que libera. Un Dios de vivos que nos pide salir a la calle e ir al encuentro del que sufre.
Y mientras tanto, en las vísperas de las canonizaciones , 2.000 emigrantes eran recogidos en el Mediterráneo por las autoridades italianas en Sicilia mientras en el Estrecho se impedía la entrada a ¿100? Distintas maneras de entender lo de acercar «las periferias» humanas y vitales, en muchos casos hambrientas de pan, de paz, y de justicia. La cercanía cristiana hacia a los emigrantes del Papa Francisco ( ¡ y de la Doctrina Social de la Iglesia) cuesta llegar a determinadas fronteras humanas y geográficas … y a los que las gestionan.
Apoyamos el derecho de los Estados a regular su frontera y los flujos migratorios siempre desde el respeto a los derechos humanos. Pero en muchos casos ni identifican, ni quieren saber que les pasará a nuestros hermanos migrantes si vuelven a su país
Ha pasado recientemente en varios países ( Bulgaria, España etc) . Y es que parece que el grito eclesial de que el hombre tiene derecho tanto a emigrar como a no emigrar parece difícil de articular y defender desde posiciones políticas. ¿Será que falta imaginación y sobran egoísmos e intereses ocultos? O que esos principios son hermosos, con tal de que no se apliquen. El criterio del ejercicio de hospitalidad de estos dos santos (contrariado estos días en Europa por posturas xenófobas o racistas) en la «Roma, cittá aperta» de hoy parece imprescindible tenerlo en cuenta de cara a las elecciones europeas.
¡Atentos ¡ «La catolicidad se manifiesta en la hospitalidad al extranjero ….»( volved, queridos lectores, por favor al primer párrafo de este articulo) Palabra de santo