La iglesia de San Antón acogió una mesa redonda sobre el drama de los refugiados


Sebastián Mora: «Tenemos una solidaridad de corto alcance, reaccionamos ante el miedo o la cercanía del dolor»

José Luis Pinilla, sj.: «Ya es hora de que la sociedad española reconozca a los emigrantes su labor»

Jesús Bastante, 15 de junio de 2016 a las 08:32

Hace dos años, ya había 60 millones de refugiados. Esas mismas personas estaban muriendo en Jordania, Siria, Líbano… pero no nos preocupaba. ¿Cuándo comenzó a preocuparnos? Cuando llegaron a las puertas de Europa.

El debate, con motivo de la publicación de«Éxodo» (Publicaciones Claretianas), del cardenal Tagle, giró no sólo en el drama de los refugiados del este de Europa, sino también en las miles de historias de hombres y mujeres obligados a abandonar su hogar huyendo de todo tipo de guerras, las que matan con bombas y fusiles y las que lo hacen a través del hambre, la sed o cualquier otro tipo de injusticia.

Junto a Mora, el padre Ángel, presidente de Mensajeros de la Paz, quien habló de un «mismo dolor» en los campos de Idomeni o en las vallas de Melilla; la hermana Julia García Monge, de Confer, que denunció que «no debería haber migrantes de primera y de segunda categoría»; o el jesuita José Luis Pinilla, responsable de migraciones de la Conferencia Episcopal, quien reconoció que «en la Iglesia hacemos mucho, pero no sabemos ‘venderlo’ bien», y reclamó que «ya va siendo hora de que la sociedad española reconozca a los emigrantes su labor para construir nuesro país».

Moderando, el editor del libro, Fernando Prado quien recordó que el título «Éxodo» viene del griego, pues esa misma palabra significa «Salida» y se encontraba a la puerta del campo de Idomeni que visitó el cardenal Tagle hace meses, llevando la solidaridad del Papa Francisco y recordando que «cada comunidad cristiana podría acoger a una familia de refugiados». «En españa hay 20.000 parroquias», recordó Prado.

Por su parte, Sebastián Mora incidió en que vivimos un momento «de tiempo eje» en Europa, unos años en los que «a veces no acertamos a comprender lo que sucede». En este sentido, alabó cómo la sociedad europea se ha volcado en el drama de los refugiados, especialmente a través de los medios de comunicación, pero advirtió que «poniendo el foco en el refugio, estamos desenfocando la realidad de la indignidad humana». Y es que, hace dos años, «ya había 60 millones de refugiados. Esas mismas personas estaban muriendo en Jordania, Siria, Líbano… pero no nos preocupaba. ¿Cuándo comenzó a preocuparnos? Cuando llegaron a las puertas de Europa».

Ante la solidaridad de corto alcance, «necesitamos una cultura que sepa acoger al que viene, pero mantenga una mirada larga para no terminar cambiando de tema cuando pasa la foto». ¿Estamos a tiempo? Dudas. «Estamos incapacitados social y políticamente para tener una mirada de altura», denunció el secretario general de Cáritas, quien no obstante invitó a lograr «que todo el dolor del mundo nos lleve a acoger el dolor concreto, y tener una mirada de justicia y misericordia», pues «sólo una fe herida es creíble».

El padre Ángel, en una breve alocución, recordó sus visitas a los campos en Grecia, pero también en Jordania, con el padre Carlos, y no quiso olvidar el drama de las concertinas en nuestra frontera Sur. «Todo esto debería provocarnos vergüenza y dolor», subrayó el sacerdote, pero «también sigue siendo una preciosa verdad la solidaridad», como día a día, demuestran desde Mensajeros, Cáritas y multitud de ONG, muchas de ellas con el Evangelio de Jesús como guía.

Para la hermana Julia García Monge, es importante que la Iglesia, y en especial la vida religiosa, ponga «la acogida y la promoción de la justicia en el centro de toda la pastoral», y que aprendamos a «vivir la acogida en las comunidades, las casas, hasta en los conventos vacíos«, como señalaba el Papa.  Con esta voluntad, la práctica totalidad de las congregaciones, recordó, «pusimos nuestros recursos materiales y personales para la llegada de los refugiados».

«Como los refugiados no llegaban, emprendimos una reflexión más profunda: por qué no trabajar la acogida no sólo con los ‘refugiados oficiales’, sino también con todos los que están viviendo en nuestro país en situaciones muy duras», recalcó García Monge. «Yo quiero ser fiel a la hospitalidad», apuntó, «hacernos compasivos con todo aquel que está sufriendo, además de la frontera este, tenemos la frontera sur«.

Finalmente, José Luis Pinilla subrayó la necesidad de «implicarse con la realidad vulnerable y herida de los refugiados», para, como dice Francisco (y el Evangelio), «colocar en el centro de la Iglesia las periferias». «También nosotros fuimos emigrantes, y la Iglesia no quiere que perdamos la memoria. Los cristianos somos un pueblo errante».

¿Qué podemos hacer como Iglesia? Para Pinilla, «lo importante no es tanto lo que yo hago con ellos, que lo es, sino prevenir, advertir, preguntarse por qué ha pasado, y dejarse ayudar por ellos. No hablar de ellos, no hablar sobre ellos, sino hablar desde ellos«.

http://www.periodistadigital.com/religion/solidaridad/2016/06/15/sebastian-mora

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