La población extranjera del país norteamericano ha alcanzado sus mayores cifras desde 1910.
Con el auge del autoritarismo en muchos rincones del mundo y sus discursos de miedo hacia el extranjero, con el resurgir de los nacionalismos identitarios y excluyentes, con la promesa de muros infinitos para encerrar todo un continente, resulta fascinante comprobar cómo nada detiene las migraciones y cómo éstas metamorfosean los países de acogida. Si la media de los rasgos de una población se manifestara en un cuerpo humano, veríamos cómo los países mutan su rostro, color de su piel, altura… Una pesadilla para los fanáticos de la uniformidad.
Según datos de la Oficina del Censo de los Estados Unidos, el país, que con Trump vive un momento particularmente sensible en temas migratorios, va adquiriendo poco a poco rasgos asiáticos. Es lo más llamativo del informe publicado este jueves. Aunque los inmigrantes de origen latino (especialmente mexicanos) siguen siendo mayoría entre la población de origen extranjero, un 50%, los asiáticos son los que más están creciendo en los últimos años y representan ya el 31% de los venidos de otros países.
México, vecino en la frontera sur, ha sido durante muchos años el país del que más personas han llegado a Estados Unidos. Sin embargo, desde 2010 el porcentaje de entradas ha ido en declive respecto a las de los asiáticos, especialmente de China y la India. De allí han aterrizado en siete años alrededor de 2’6 millones de inmigrantes, más del doble de los que salieron de países latinoamericanos. En estos siete años, el 41% de los llegados son asiáticos, superando así a los latinos, que son un 39%. En total, la población extranjera censada suponía un 13’7% en 2017 (un punto por debajo de 1910), más de 44 millones de personas.
Cifra más alta desde 1910
Son las cifras más altas de nacidos en el extranjero desde 1910. Eran los tiempos en que muchos europeos huían de la pobreza y la violencia de sus países. Una emigración que tuvo su origen a finales del siglo XIX y que llegó fundamentalmente de Alemania, Italia y Polonia. A principios del siglo XX, Estados Unidos llegó a alcanzar un 15% de población nacida en el extranjero, pero las leyes de inmigración aprobadas en los años 20 llevaron a un declive progresivo durante décadas que alcanzó en los 70 su nivel más bajo, menos de un 5%.
La Ley de Inmigración de 1924 limitó el número de visados mediante un sistema de cuotas que buscaba la homogeneización de la población. En esencia, tenía en cuenta el número de personas del mismo origen que ya vivían en el país. Pero no solo cuantificaba a los nacidos fuera, sino que incluyó el origen de los antepasados de ciudadanos nacidos ya en Estados Unidos. Se tomó como referencia el censo de 1890 y se ofreció un porcentaje de visados del 2% para cada nacionalidad con presencia en el país, lo que favoreció a los británicos y europeos occidentales, en detrimento de los europeos orientales. Irónicamente, se excluyó por completo a los inmigrantes asiáticos.
Las leyes se relajaron en los años 70 y ahora son ellos los que más llegan a Estados Unidos, cuyo paisaje va cambiando de forma más repartida. Nueva York y California siguen siendo los estados con mayor número de inmigrantes, pero el incremento de población extranjera es mayor en estados como Tennessee (20%), Kentucky (20%), Ohio (13%) y Carolina del Sur (12%).
Resulta llamativo que Dakota del Norte, un estado tan alejado de casi todas partes, y fronterizo con Canadá, es el que claramente ha visto una subida más fuerte de población extranjera. Un 87% más desde 2010. De 16.600 nacidos fuera en 2010 a los 31.000 actuales. El estado ha recibido refugiados de Iraq, Somalia y Congo, y también vive su particular ‘fiebre del oro’ con el boom de la explotación del ‘fracking’.
Otro cambio relevante ofrecen las estadísticas es el incremento del nivel educativo de los foráneos. El 45% de los llegados en esta última década tienen estudios universitarios, un 15% más de los que se instalaron en el país en la primera década del siglo XXI. En los estados con menor presencia de extranjeros, éstos tienden a tener una mayor formación que los nacidos allí. Por ejemplo en Ohio, donde el 43% de los extranjeros ha pasado por la universidad, mientras solo un 27% de los nacidos en este estado han estudiado en una. Allí, el 43% de los venidos son asiáticos, por un 20% de latinoamericanos.
La integración de los extranjeros en el país afecta no solo a las costumbres y al paisaje urbano, también tiene incidencia en las preferencias políticas y, por ende, en el voto. De los 15 estados con mayor número de inmigrantes, todos, salvo tres – Florida, Texas y Arizona-, votaron por la demócrata Hillary Clinton en las elecciones de 2016. Tal y como apunta ‘The New York Times’, la mayoría de estados con menor concentración de población nacida en el extranjero, votó por Trump.