Eduardo Dizy, presidente del Consejo de españoles en el extranjero. ALVARO GARCÍA
El Consejo general de la ciudadanía española en el exterior se fija en Italia y Francia
Madrid 7 FEB 2017 – 09:33 CET
El Consejo general de la ciudadanía española en el exterior, que se reunió esta semana en Madrid para tratar los problemas de los más de dos millones de emigrantes españoles, reclama una reforma de la Ley electoral para que los expatriados elijan a sus propios diputados y senadores. Francia e Italia tienen circunscripciones en el exterior. Eso ha provocado la aparición de partidos centrados en las reivindicaciones del colectivo. ¿Y qué ocurre en España? Que los emigrados aportan hasta 7.000 millones al año a las arcas públicas, según Eduardo Dizy, presidente del Consejo. Que su número se ha multiplicado con la crisis. Y que ha disminuido su capacidad de hacerse oír: desde 2011 tienen que comunicar su deseo de votar, lo que ha provocado que la participación en el exterior se hunda del 31,88% de las elecciones de 2008 al 6,30% de las de 2016.
«Queremos diputados y senadores por la inmigración. Esto conlleva una circunscripción en el exterior», resume Dizy en una entrevista con EL PAÍS. «Deberían ser personas residentes en el exterior, porque la emigración hay que vivirla, hay que sufrirla», asegura. «El voto rogado viola los derechos de los que estamos afuera, dado que no se tiene que rogar un derecho constituido y plasmado en nuestra Carta Magna». Y lamenta: «Al quitarnos el voto municipal nos han herido en lo más profundo de lo que tiene el emigrante, que son sus raíces. Cuando le cortas las raíces a un emigrante, le dejas a la deriva. Muchos de los emigrantes retornamos continuamente a nuestro municipio, porque tenemos familiares, propiedades, intereses… y pagamos impuestos. ¡Esos no nos los quitan!»
El Consejo que preside Dizy es un órgano consultivo dependiente del Gobierno que está formado por 45 consejeros residentes en más de 25 países. Frente a sus reclamaciones, los cuatro principales partidos coinciden en afrontar una reforma de la ley electoral a lo largo de esta legislatura. Todos están de acuerdo también en la necesidad de buscar alternativas al voto rogado. Y ninguno desconoce que incluso la Junta electoral central ha recomendado al Gobierno que opte por el voto electrónico para los residentes en el exterior. Sin embargo, los trabajos no han comenzado.
UNA NUEVA TIPOLOGÍA DE EMIGRANTES
Eduardo Dizy emigró desde España a México en el año 1979, y allí está desde entonces. Buscaba aventura. Se le ha pegado algo de acento. En todo este tiempo ha visto cómo iba cambiando la tipología del emigrante español, especialmente a partir del inicio de crisis económica mundial que arrancó en 2008.
«La emigración actual es completamente diferente con la de años atrás, que era por cuestiones económicas o políticas», asegura. «Esta es joven y preparada», describe. Eso no impide que haya miles de españoles viviendo en el extranjero en condiciones precarias. «Tratamos de ayudar siempre, porque si algo tiene el emigrante es la solidaridad, el ayudarse los unos a los otros, que está en su ADN, porque a todos les ayudaron», asegura el presidente del Consejo.
Dizy pertenece a la generación de españoles que emigraron cuando no había internet ni teléfonos móviles. Tiempos en los que la comunicación con la familia se producía a través de carísimas llamadas o de cartas que tardaban una eternidad en conectar los dos extremos del mundo. Eran años de viajes interminables e insuperables barreras lingüísticas. En la era de Skype, Facetime o Whatsapp, nada es lo mismo.
«Estos jóvenes que están saliendo al exterior ya van con un conocimiento bastante amplio del país de acogida, de las posibilidades que puedan tener, de las cuestiones de trabajo, se comunican de otra forma a anteriores generaciones», reconoce. «Ese mapa ha cambiado mucho».
«El futuro del voto es el voto online«, afirma Dizy. «También queremos una ley de nacionalidad propia», añade el presidente del consejo, que recuerda los casos de hijos y nietos de emigrantes que no pueden obtener el pasaporte o lo pierden porque no cumplen con los trámites de confirmación de la nacionalidad en el tiempo estipulado. «Eso es una aberración», se queja.
Hasta ahora, solo Podemos ha registrado una proposición de ley en ese sentido. El pasado diciembre, el partido de Pablo Iglesias propuso en el Congreso la concesión de la nacionalidad de origen a los hijos nacidos en el exterior de españoles emigrados y también a todos sus nietos, independientemente de que sus abuelos hubieran perdido la nacionalidad (por ejemplo, las españolas casadas con extranjeros no tenían la capacidad de transmitirla hasta que se aprobó la Constitución).
¿Qué le parece a Dizy que el Gobierno haya priorizado la ley de concesión de la nacionalidad española a los sefardíesfrente a su problemática?
«Siempre que se restituya un daño histórico nos parece bien, pero lo que no puede es primar eso ante nuestras reivindicaciones y necesidades», contesta. Y argumenta: «Aquello fue hace 500 años y es muy justo que esas personas puedan tener la posibilidad de adquirir la nacionalidad española… pero es que nosotros lo estamos viviendo en carne propia. Hijos y nietos que no pueden acceder a la nacionalidad por razones de fechas y tiempos. No sé si a lo mejor suena mal, pero primero somos los de casa».
http://politica.elpais.com/politica/2017/02/02/actualidad/1486048784_881045.html