Unos 105 inmigrantes murieron hasta marzo en su intento de llegar a España

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La cifra supone más del doble respecto a la del mismo periodo de 2017, cuando se contabilizaron 44 muertes, según la Organización Internacional para las Migraciones

Unas 105 personas han fallecido en lo que va de año en la llamada ruta occidental, la que une el norte de África con España, más del doble que en el mismo periodo de 2017, cuando se contabilizaron 44 muertes, informó hoy la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

Según la OIM, entre el 1 de enero y el 4 de marzo llegaron a España 2.308 inmigrantes indocumentados y refugiados, frente a los 1.584 en casi el mismo periodo del año anterior (hasta el 28 de febrero de 2017).

En la ruta occidental «casi cada día conocemos nuevos muertos», comentó el portavoz de la OIM en la rueda de prensa bisemanal de la ONU en Ginebra, Joel Millmann.

El número de muertes es «bastante elevado y alarmante» en los primeros 63 días del año en esta ruta, dijo, mientras que las tendencias generales en el conjunto del Mediterráneo hasta ahora «son alentadoras», sostuvo.

Un total de 10.584 inmigrantes entraron en Europa a través de las diferentes rutas en el Mediterráneo hasta el 4 de marzo, frente a los 19.824 registrados en el mismo periodo de 2017.

En cuanto al número de muertes, la OIM estima que 421 inmigrantes perdieron la vida en el mar en 2018, mientras que en los dos primeros meses de 2017 se registraron 521 decesos.

Un 50 % de los inmigrantes y refugiados que consiguieron llegar a Europa en lo que va de año arribaron a Italia (5.331), casi tres veces menos que el año anterior, de acuerdo con la OIM.

En la ruta entre Libia e Italia se registraron 316 muertes, frente a las 475 en el mismo periodo de 2017.

Millman informó además de dos naufragios durante el fin de semana en la ruta del Mediterráneo Central de dos barcos, uno con 51 personas a bordo y otro con 132.

Del primer barco se rescató a 30 inmigrantes, pero 21 son considerados desaparecidos y posiblemente muertos.

Queda la duda aún de si había además dos cuerpos sin vida de niños, lo que elevaría el número total de fallecidos a 23 y sería el incidente más grave desde el 2 de febrero, según el portavoz.

De la otra embarcación fueron rescatadas 42 personas, que llegaron hoy a Italia, mientras que los otros 90 fueron llevados por la guardia costera libia a Libia.

A Grecia llegaron a su vez 2.908 inmigrantes y refugiados (hasta el 3 de marzo), algo más que los 2.481 en los mismos dos meses del año anterior. En este trayecto no falleció ninguna persona en lo que va de año, destacó Millman.

 

Migración: Mons. Parolin invita a “actuar” para cambiar de actitud

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Discurso a la Comisión Internacional Católica para las Migraciones

Migración: Mons. Parolin invita a “actuar” para cambiar de actitud – ZENIT – Espanol

(ZENIT – 6 marzo 2018).- En el contexto de la migración, uno de los compromisos difíciles –ha apuntado Parolin– que hoy prometen ser más urgentes y necesarios, es “actuar” para que se produzca un cambio de actitud, abandonando la cultura dominante del “descarte” y del rechazo.

El Cardenal Mons. Pietro Parolin ha animado de esta manera a los participantes en la apertura de la asamblea plenaria de la Comisión Internacional Católica para las Migraciones, este 6 de marzo de 2018, en Roma.

“Llevemos, pues, a todos, a través de nuestro amor concreto, este anuncio libre del amor de Dios que acoge, protege, sabe cómo valorar y hacer sentir parte de su familia”, ha indicado el Secretario de Estado del Vaticano.

Migración: Mons. Parolin invita a “actuar” para cambiar de actitud – ZENIT – Espanol

Apoyo a las familias migrantes

El Cardenal Parolin recordado que uno de los objetivos para los cuales nació la CCIM es el “apoyo a las familias migrantes”, que a menudo emigran a la búsqueda de seguridad y de una vida digna, especialmente para los niños.

La cercanía de la comunidad cristiana y la ayuda concreta y especializada de organizaciones como la vuestra –ha indicado– pueden contribuir a mantener unidas a estas familias evitando que los niños encuentren en redes alternativas la respuesta a sus frustraciones.

Rechazo a la acogida

“La migración hoy se considera sólo como una emergencia o un peligro, –advierte Mons. Pietro Parolin– a pesar de que las naciones, especialmente las más avanzadas económicamente, sin lugar a dudas, deben gran parte de su desarrollo a los inmigrantes”.

Migración: Mons. Parolin invita a “actuar” para cambiar de actitud – ZENIT – Espanol

Discurso del Cardenal Pietro Parolin

Excelencias, damas y caballeros, queridos amigos,

Estoy contento de la oportunidad que me ofrecéis para saludaros y brindaros algunas consideraciones en un momento importante cuando la Comisión Católica Internacional de Migraciones está llamada a dar a la Iglesia y al mundo, además de a sí misma, respuestas adecuadas a las nuevas preguntas y a interrogarse sobre las formas más apropiadas hoy para cumplir su compromiso en situaciones relacionadas con la migración.

Todos aquí sabemos que la CCIM nació como resultado de las sacudidas causadas por la Segunda Guerra Mundial, por voluntad del papa Pío XII, que la instituyó para hacer frente al desplazamiento masivo de refugiados, como un organismo católico internacional de información, coordinación y representación para las migraciones.

 

Desde su creación, los episcopados de las naciones más afectadas por el fenómeno de la migración se involucraron, a través de sus representantes, en la elaboración del estatuto, aprobado oficialmente, a continuación, por el Santo Padre en la carta de 12 de abril de 1951 firmada por el Sustituto de la Secretaría de Estado, el arzobispo Giovanni Battista Montini. El objetivo principal de la Comisión era promover la aplicación de los principios cristianos en el tema de  la migración y de las políticas relativas a las poblaciones y hacer que estos principios fueran adoptados por las organizaciones internacionales, tanto gubernamentales como no gubernamentales, en particular a favor de la protección de los derechos de la familia.

En los largos años de su actividad como organización católica de alcance internacional, la CCIM, fiel al propósito para el cual fue establecida, se ha distinguido por su acción concreta y por la competencia profesional de su personal, estableciendo relaciones con diversas organizaciones e instituciones de diferentes grados. Prueba de ello es la estima que la CCIM ha obtenido de la comunidad internacional, colaborando, en coherencia con su identidad católica, con agencias internacionales y otras instituciones gubernamentales y no gubernamentales en varios niveles y en diferentes países. En este sentido, subrayo en particular la capacidad, gradualmente adquirida por la CCIM, para que dialogasen entre sí sujetos diversos: gobiernos y sociedad civil, instituciones humanitarias y de seguridad, organizaciones católicas y aquellas que pertenecen a otras denominaciones cristianas o las que no se identifican con una afiliación religiosa, pero tienen la intención de trabajar por el bien de los inmigrantes. Además, durante años, el CCIM ha coordinado, por encargo de los diferentes gobiernos anfitriones, todo el proceso de participación, en ámbito mundial, de las organizaciones de la sociedad civil en las reuniones del Foro Mundial sobre Migración y Desarrollo, organizando, con éxito, los Días de la sociedad civil.

También podemos recordar que la CCIM ha publicado investigaciones y guías sobre migración con importantes instituciones internacionales (UE y Consejo de Europa, OIM, ACNUR) y de la “sociedad civil”.

Es una experiencia concreta y experta de diálogo que, espero, pueda continuar y extenderse, para crear y sostener esa red de solidaridad, la única que puede responder a las grandes urgencias actuales y, juntas, garantizar la realización de los acuerdos de los que se siente una gran necesidad a nivel internacional.

Con respecto a su materia y sus objetivos, la CCIM trabaja ahora en estrecho contacto con la Sección de Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral: un trabajo que, aunque comenzó hace poco más de un año,  ya ha dado buenos resultados y ha puesto a disposición de la Sección todo el bagaje de estudio y experiencia adquirido por la CCIM.

Del mismo modo, por su reiterada actividad en organizaciones internacionales, la CCIM actúa en estrecho contacto con la Sección de Relaciones con los Estados de la Secretaría de Estado y con las Misiones Permanentes de la Santa Sede. En particular, especialmente en el último bienio  y en el presente año, también os habéis comprometido a ofrecer, en colaboración con las Misiones Permanentes en Nueva York y Ginebra, vuestra valiosa contribución a la preparación del Global Compact para una Migración Segura, Ordenada y Regular, y del Global Compact para los Refugiados.

Esperamos realmente que estos dos documentos, de los que están respectivamente en curso las negociaciones y las  consultas, puedan responder verdaderamente  a la necesidad de una mejor protección y defensa de los derechos humanos de estas personas, frente a las reticencias, los replanteamientos y los titubeos de varios Estados, llevando a una colaboración real y justa y a compartir a nivel internacional las responsabilidades y cargas asociadas con la acogida.

En estos días tendréis la oportunidad de examinar el camino recorrido y os preguntaréis cómo la CCIM pueda continuar la tarea para la cual fue fundada, una tarea que ya hemos visto cumplida gracias a un compromiso rico en frutos, que ahora requiere que os  abráis a los nuevos horizontes del servicio a los migrantes y refugiados. Estos, como el Papa Francisco siempre nos recuerda, no son números: son personas, mujeres, hombres, niños, que tienen un rostro, que a menudo sufren y se descartan. Un rostro humano en el que reconocemos el de Cristo, al que queremos servir especialmente en los que son más pequeños y  están más necesitados.

Uno de los objetivos para los cuales nació la CCIM es el apoyo a las familias migrantes, que a menudo emigran a la búsqueda de seguridad y de una vida digna, especialmente para los niños. Sin embargo, muchas de ellas llegan a los países de desembarco después de haber experimentado violencias y abusos durante el viaje, para enfrentarse  luego con nuevas experiencias de miseria y con dificultades antes impensables. La cercanía de la comunidad cristiana y la ayuda concreta y especializada de organizaciones como la vuestra pueden contribuir a mantener unidas a estas familias evitando que los niños encuentren en redes alternativas la respuesta a sus frustraciones.

Por otro lado, aunque en los países de origen de los migrantes el progreso esté también vinculado a su contribución económica a nivel social y familiar, hay en ellos, sin embargo, una dimensión que la Iglesia no puede descuidar. Es la de los miembros de la familia que se han quedado en su tierra natal, a menudo con hijos para mantener, cuando uno de los cónyuges, o ambos, emigran, dejando en casa, para cuidar de ella al otro o a abuelos ancianos, que viven con pobreza y a los que no siempre llegan remesas o éstas son insuficientes. Y a veces el cónyuge no regresa a su país. Este es un aspecto delicado de la migración, lamentablemente generalizado, que requiere más atención y apoyo.

Otro “frente” que se presenta al CCIM a nivel mundial es el del rechazo de la acogida. A pesar de que las naciones, especialmente las más avanzadas económicamente, sin lugar a dudas, deben gran parte de su desarrollo a los inmigrantes, y aunque se conozcan las experiencias -a veces terribles- que causan su migración o que encuentran en el viaje,  la migración hoy se considera sólo como una emergencia o un peligro, a pesar de que se haya convertido en un rasgo característico de nuestra sociedad.

Francisco nos recuerda que “se necesita por parte de todos un cambio de actitud hacia los inmigrantes y los refugiados, el paso de una actitud defensiva y recelosa, de desinterés o de marginación –que, al final, corresponde a la “cultura del rechazo”- a una actitud que ponga como fundamento la “cultura del encuentro”, la única capaz de construir un mundo más justo y fraterno, un mundo mejor. “(Mensaje para la Jornada mundial del Emigrante y Refugiado, 2014).

Uno de los compromisos difíciles, que hoy prometen ser más urgentes y necesarios, es precisamente actuar para que se produzca este cambio de actitud, abandonando la cultura dominante del “descarte” y del rechazo. Un trabajo de información y sensibilización con el que vuestra Comisión puede ayudar a la Iglesia Católica a disipar muchos prejuicios y temores infundados referentes a la acogida de los  extranjeros y – sin esconder el esfuerzo que bajo muchos aspectos requiere la acogida –  y a difundir una percepción equilibrada y positiva de la migración.

Es un trabajo importante, entre otras cosas, para la preparación del Pacto Mundial sobre la migración, también en el período comprendido entre la conclusión de las negociaciones intergubernamentales y la Conferencia de Marrakech (del 10 al 11 de diciembre de 2018) que tendrá que adoptarlo: un período delicado que es necesario acompañar sin titubeos, los Estados miembros de la ONU pueden compartir el llamamiento conversación con consciencia y determinación.

A las actitudes de cierre vemos, sin embargo, contraponerse las actitudes positivas de muchos jóvenes que consideran la migración como una dimensión normal de nuestra sociedad, que se ha hecho interdependiente por las conexiones rápidas, las comunicaciones y la necesidad de relaciones a escala mundial. Son dimensiones en las que realmente podemos ver los “signos de los tiempos” que impulsan la solidaridad a escala global.

Gracias a vuestras variadas experiencias “sobre el terreno”, nace, además, otra contribución especial, discreta y competente, para crear rutas alternativas y  seguras  de migración, especialmente cuando éstas son forzadas por eventos violentos o desastres. Os animo a continuar esta tarea que, basado en vuestra competencia, capacidad de diálogo y discreción, es una de las mejores prácticas para salvar vidas, evitando los viajes peligrosos y el recurso a los traficantes; para mantener a las familias unidas; para proteger a los menores necesitados; para crear entre los países lazos de confianza mutua en este ámbito, ahuyentando alarmas sociales que también tienen repercusiones políticas.

Soy consciente de que lo que acabo de subrayar concierne solo algunos horizontes, aunque apremiantes, de vuestro trabajo.

La migración ya forma parte del programa  de cada reunión que tengo con las autoridades gubernamentales que vienen al Vaticano, o que voy a visitar. A menudo recibo de ellos  aprecio y gratitud por la contribución que la Iglesia Católica, también a través de las organizaciones inspiradas por sus principios, ofrece en sus países, para permitir, como nos invita el Papa Francisco, “acoger, proteger”. , promover e integrar” con sentido de responsabilidad y de humanidad, a estos hermanos y hermanas migrantes y refugiados”.

En continuidad con su origen, la CCIM ahora está llamada a renovarse. Esto sucede, lógicamente, cuando se cambian los cuadros directivos. De hecho, en esta Asamblea, los miembros del Comité Directivo cambiarán y se elegirá a una persona para el cargo, que, –recordemos, también es un servicio– , de Presidente. Además, “fortalecidos en un espíritu de solidaridad profética”, también os interrogaréis sobre la necesidad de un nuevo esfuerzo a favor de los migrantes, no solo por lo que respecta a los proyectos externos, sino también a nivel interno. En esta dimensión de comunión también dentro de vosotros, estáis llamados a fortalecer las estructuras y la cohesión de los que trabajan para la CCIM sobre los principios, directrices y objetivos a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia, para que vuestra tarea no se quede sólo en un ámbito estrictamente humanitario, sino que a través de ello, las personas ayudadas perciban el influjo del “testimonio” que solo una vivencia personal de fe puede ofrecer.

Es una unidad y una comunión que deseamos involucre en este servicio eclesial a todos los miembros de la Comisión y a aquellos que se esfuerzan en la realización de vuestros objetivos. Espero, a este respecto que mis hermanos obispos aprecien cada vez más el servicio que ofrece la CCIM, que la promuevan y ayuden a crecer de acuerdo a su fisonomía de institución “de Iglesia” y “por la Iglesia”.

Al mismo tiempo que os aseguro un recuerdo especial en la oración por vosotros, por vuestro trabajo y porque la Comisión Católica Internacional de Migraciones prosiga y se manifiesta cada vez más como un signo concreto de hermandad en el mundo y en la Iglesia, deseo recordar lo que Francisco  ha afirmado al  final de los ejercicios espirituales, el pasado 23 de febrero: “la Iglesia no es una jaula para el Espíritu Santo, (…) el Espíritu también vuela y trabaja fuera. (…) trabaja en los no creyentes, en los “paganos”, en las personas de otras religiones: Es universal, es el Espíritu de Dios, que es para todos. Llevemos, pues, a todos, a través de nuestro amor concreto, este anuncio libre del amor de Dios que acoge, protege, sabe cómo valorar y hacer sentir parte de su familia. Dios, que sabe recompensar cada esfuerzo, cada gesto de buena voluntad, nos ayude a abrirnos sin temor o reticencia a las nuevas llamadas del Espíritu para el bien de los hermanos. ¡Os deseo, por lo tanto, un trabajo bueno y fructífero!

 

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» Balance Migratorio 2017 en la Frontera Sur»

1ro de marzo de 2018.

Con motivo de la presentación del Informe Balance Migratorio 2017, la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía ha pedido vías seguras para acceder a España que impidan que las personas tengan que arriesgar su vida en el mar. En dicho informe se evidencia un incremento notable de las entradas por vía marítima España, que con 22.419 personas casi se triplica respecto del año anterior.

El Balance Migratorio que elaboramos cada año desde la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía, pone de relieve para 2017 un aumento notable en la llegada de personas procedentes de otros países a España. Las cifras globales se duplican o incluso se triplican si observamos las entradas por mar. Este incremento se produce al tiempo de un descenso muy significativo por del resto de rutas hacia Europa. Las migraciones forzadas se convierten en una carrera de obstáculos para las personas que huyen de la guerra, el hambre o la falta de oportunidades. Pero lo cierto y verdad es que las medidas de contención de los flujos concertadas con los países de origen, la represión ejercida contra las personas migrantes y los mecanismos de cierre de fronteras de la Europa Fortaleza no son capaces de frenar los movimientos de personas que, en ocasiones, llevan años sorteando países para alcanzar un lugar mejor donde vivir. Las cifras de muertes son insoportables. Durante 2017, 249 personas perdieron la vida intentando alcanzar a España, entre ellos Samuel, cuyo cuerpo de tan solo cuatro años apareció en enero en las costas de Barbate. Se suma así a las más de 6.000 personas que en los últimos 20 años perecieron intentando atravesar nuestra Frontera Sur. Estas son muertes confirmadas, las estimaciones multiplican la cifra por tres, lo que convierte a nuestro mar en un extenso cementerio, en testigo de una tragedia de proporciones bíblicas, a la que nuestras administraciones no prestan la mínima atención. Su esmero no está en salvar vidas, sino en enroscar más y más concertina, por la que se desangran los derechos humanos. Ejemplo de ello es la condena, este año, del Tribunal Europeo de Derechos Humanos por practicar de manera ilegal y sistemática las devoluciones en caliente en la frontera, evitando así la opción a solicitar el derecho de asilo. En nuestras mentes está grabada a fuego la muerte hace cuatro años de 15 muchachos en la playa de El Tarajal (Ceuta), un episodio más para la ignominia. Alambradas, patrulleras, devoluciones, vuelos de deportación, muerte y sufrimiento no pueden seguir siendo la respuesta de este país a las personas que huyen de la guerra o el hambre, la historia nos juzgará por ello. Por eso, pedimos alto y claro y por justicia, vías legales, políticas acogedoras que pongan en primer lugar la dignidad y los derechos humanos de las personas. 

http://nadiesinfuturo.org/de-interes/article/informe-balance-migratorio-2017-en

 

 

 

Osoro: «Hay que funcionar con el corazón, pero con la cabeza también» Ante la crisis de acogida, puso de manifiesto la necesidad «ponernos las pilas como Iglesia en Madrid»

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Ante la crisis de acogida, puso de manifiesto la necesidad «ponernos las pilas como Iglesia en Madrid»

El 18 de enero -la llamamos la noche que se congelaron las pancartas, porque el frío ahogó hasta las reivindicaciones- había 54 personas en la calle, entre ellas 22 senegaleses que acababan de salir del CIE y que no tenían dónde ir

(Archidiócesis de Madrid).- «El cartel de «Bienvenidos refugiados» es un discurso retórico. También el de «acoger y proteger», que tanto pide el Papa Francisco, si no nos ponemos a la obra». La realidad es que en estas noches de duro inverno, en Madrid, «decenas de personas subsaharianas se han quedado en la calle, y las personas que han estado al pie del cañón acogiendo y protegiendo han sido las mismas de siempre. Esto pone sobre la mesa la necesidad de ponernos las pilas como Iglesia en Madrid.

No podemos quedarnos en una retórica repetida, tenemos que dar un paso más y este es el momento de articularlo». José Luis Segovia, vicario de Pastoral Social e Innovación, daba así comienzo, la tarde de este lunes, al encuentro del cardenal Osoro con un centenar de representantes de diversas asociaciones, congregaciones y también laicos comprometidos en la acción social en la archidiócesis, en el que se dio el primer paso de recoger las propuestas individuales y la reflexión ante la situación de emergencia. El segundo paso será articular, a través de la Mesa de Hospitalidad, una serie de líneas con las que trabajar conjuntamente.

Pepa Torres, religiosa apostólica del Sagrado Corazón, es miembro de Red Interlavapiés, una de las asociaciones que ha trabajado en la acogida durante la campaña del frío de los subsaharianos que se han quedado sin plaza en los albergues municipales. «El 18 de enero -la llamamos la noche que se congelaron las pancartas, porque el frío ahogó hasta las reivindicaciones- había 54 personas en la calle, entre ellas 22 senegaleses que acababan de salir del CIE y que no tenían dónde ir. De estas personas, 17 eran solicitantes de protección internacional, muchos de ellos llegados directamente desde Andalucía, donde pasan tres días hasta que los meten en un autobús y los dejan en Madrid», explicó.

Esta crisis de acogida que, después de mucha presión al Ayuntamiento, al Defensor del Pueblo y al Ministerio de Empleo y Seguridad Social, «está resuelta malamente» -se han ampliado plazas en los albergues municipales-, lo que hace es «poner de manifiesto que los programas de ayuda humanitaria no están funcionando». Para Torres, «es necesario un programa integral de acompañamiento, con permanencia en el tiempo y con calidad. Y esto requiere voluntariado, pero también una inversión económica».

La campaña del frío, añadió Carmen Cabrillo, trabajadora de Sercade (Servicio Capuchino para el Desarrollo), «tiene unos dispositivos que no están pensados para la población migrante recién llegada. Tiene más que ver con las personas sin hogar de largo recorrido, y esta es una de las razones por las que estos chicos se han quedado fuera». Ahora, con las plazas ampliadas, «entran por la noche y salen por la mañana; esto no tiene nada que ver con programas de integración ni de acogida, lo que provoca que se vayan a Francia o Alemania y luego vuelvan después de varios meses, porque los retornan, todavía más destrozados». Es buen momento, afirmó Cabrillo, «de pensar en un plan a medio plazo y ofrecerles algo que les dé un poco de estabilidad».

La necesidad de los corredores humanitarios

Tras escuchar las intervenciones de una decena de asistentes -varios de ellos subsaharianos que dieron su experiencia de acogida en asociaciones o familias madrileñas- el cardenal Osoro agradeció las palabras de todos, «que son también palabra de Dios», y recalcó que «el corazón de la Iglesia y de los que somos parte de la Iglesia no puede estar cerrado absolutamente a nadie».

Ante las diversas propuestas escuchadas, el arzobispo de Madrid reiteró la importancia de «no dar solo la mano, no solo de abrir la puerta y dejarlas allí, sino de dar todas las posibilidades para que estas personas se queden», y puso como ejemplo la labor de la Comunidad de Sant’Egidio en Roma: «Se enseña el idioma, pero también la cultura, las costumbres…». Modelo que está empeñado en implementar en España, como él mismo reconoció. «He hablado con el Gobierno y con ministros de los corredores humanitarios y sigo insistiendo, porque creo que son necesarios».

Por eso, invitó a los presentes «a ver qué programas tenemos que hacer, no solo de acogida. Debemos funcionar con el corazón, porque sin un corazón grande las cosas no funcionan, pero hay que funcionar con la cabeza también».