(José Luis Pinilla, sj).- Recién llegado a España desde Ceuta y Tánger, un bofetón otra vez de la cruda realidad: los servicios de salvamento había rescatado el miércoles a 38 inmigrantes subsaharianos, cuatro de ellos muertos de dos pateras buscadas desde hace días después de que partieran rumbo a Canarias.
La noticia de nuevo partió mi corazón en dos. El otro lado de mi corazón – como las dos orillas del Mediterráneo – estaba en ese momento inundado de fortaleza ante el último mensaje del papa que animaba a losresponsables de Migraciones reunidos en Ceuta a «valorar las localidades fronterizas como lugares de encuentro y de especial dedicación a la acogida, la fraternidad y la Misericordia de Dios», contestando a la carta remitida desde el XXV Encuentro Europeo de Ciudades Migratorias. Y animando a los participantes a seguir trabajando en la «acogida y la fraternidad». Los organizan delegados de ciudades europeas de migraciones. Esta vez el comité responsable y organizador (Barcelona, Milán, Viena y Cádiz) se esmeró en un Encuentro difícilmente superable en calidad y organización. Sigue leyendo