3 noviembre, 2016
( Servicio de Información Católica)Los diversos conflictos y la pobreza que sufren varios países de Oriente Medio desde hace más de 6 años, han tenido como uno de sus principales efectos el incremento exponencial de los desplazados internos, principalmente en Siria e Irak, y de los refugiados en terceros países, destacando Turquía, Líbano y Jordania. Más de 8 millones de sirios están desplazados internamente y 5 millones han tenido que salir del país. Por lo que se refiere a Irak, unos 3,5 millones de habitantes se han desplazado a las zonas no ocupadas por el Estado Islámico (EI) y, aunque no hay datos muy fiables, más de 200.000, muchos de ellos cristianos, se han visto obligados a abandonar el país.
La duración de los conflictos bélicos y políticos, agravados por la actividad del EI, ha generado el aumento de la población desplazada, que se ha visto aún más empobrecida y excluida. Del millón y medio de refugiados sirios que se encuentran en el Líbano, el 70% se sitúa por debajo del umbral de la pobreza. Según UNICEF, más de 13 millones de niños han dejado el colegio por los conflictos de la zona. Así, cada vez más refugiados ven la necesidad de viajar a terceros países por cualquier medio, arriesgando su vida y la de sus familias…
En Europa, la llamada “crisis” de refugiados empieza a ocupar titulares en los medios de comunicación en verano de 2015, ante la llegada masiva que se estaba produciendo. La principal preocupación de los líderes políticos de la UE era el posible impacto que podía tener en la estabilidad social y en el estado de bienestar de los países miembros. Como medidas para paliar la situación, se fijó el número de refugiados que tendría que admitir cada país y se dotó a Turquía de un presupuesto elevado para que los retuviera allí impidiéndoles el paso al resto de los países de la UE; obviando que la “crisis” de los refugiados es un efecto y que en lo que hay que ayudar es en la solución de los conflictos que provocan este éxodo masivo.
La población afectada, nuestra prioridad
Durante el último año y medio se está haciendo un esfuerzo por mejorar nuestra respuesta en las zonas afectadas a través de dos líneas de trabajo.
De un lado, intentamos paliar la grave situación de la población desplazada y refugiada tanto en Siria e Irak como en el Líbano y Jordania a través de proyectos que van desde la ayuda humanitaria –reparto de paquetes de comida, asistencia sanitaria básica, acceso a agua potable…- hasta el apoyo a proyectos educativos para ayudar a salvar a lo que denominamos la generación perdida: los más de 3 millones y medio de niños y niñas que no han podido continuar sus estudios básicos en los últimos tres o cuatro años. También proporcionamos acompañamiento y apoyo psicológico, sobre todo a aquellas mujeres que se encuentran totalmente desamparadas, ya que han tenido que huir solas o con sus hijos pequeños.
Y, por otro lado, intentamos denunciar las causas estructurales, económicas y políticas que han propiciado este éxodo: ¿por qué se mantienen los conflictos?, ¿qué intereses los alimentan?, ¿quién financia y vende las armas y a cambio de qué?
También queremos informar sobre el trato inhumano que están recibiendo los refugiados, dar más fuerza a sus voces y hacer visibles las historias personales que hay detrás de estas grandes cifras. En definitiva, queremos mantener la denuncia viva para reaccionar y buscar soluciones.
Por todas y cada una de las personas refugiadas y desplazadas, Manos Unidas seguirá trabajando a favor de la paz, el desarrollo y la justicia.
Apoyo a las escuelas en el Líbano
Este país de 4,5 millones de habitantes es uno de los más afectados, ya que el número de refugiados que acoge supone un 30% de la población. Principalmente son sirios, 1,4 millones, pero también palestinos, unos 400.000 e iraquíes, unos 75.000. Una buena parte de estos últimos son cristianos que han tenido que huir por motivos religiosos ante la amenaza del Estado Islámico.
Las Iglesias locales están haciendo un papel de atención importantísima allá donde no llega ni el gobierno ni los organismos internacionales. CNEWA, uno de nuestros socios locales, apoya al Patriarcado Sirio Católico para la educación informal de 650 niños y niñas de 6 a 15 años que han estado los últimos dos años sin escolarizar. Reciben tres horas de clase diarias de Matemáticas, Ciencia y Lengua para intentar normalizar de alguna forma su vida escolar. Manos Unidas apoya esta escuela con la puesta en marcha de un aula informática para que puedan obtener unos conocimientos mínimos que les ayudarán en el futuro.
(África Marcitllach – Manos Unidas)