La Unión Europea ha incrementado 22 millones de euros el fondo de ayuda humanitaria a Mali para assistir a las víctimas del conflicto. La ayuda de emergencia que se ha movilizado en el último año es de 115 millones de euros que se destinana a asistencia alimentaria y acceso a los servicios básicos tanto en ese país como en los vecinos donde se han refugiado miles de personas. Tuaregs y árabes saben que todavía se necesita mucho tiempo para que puedan regresar al norte de Mali.
Goudebo, (IPS) – Fatimata Wallet Haibala está sentada con su hijo discapacitado en la falda junto a otras mujeres y adolescentes en una tienda de campaña. Podría ser una reunión de tuaregs en el desierto, pero están en el campamento de refugiados de Goudebo, Burkina Faso, a unos 100 kilómetros de su hogar en Malí. «La vida es más dura para las mujeres en el campamento», cuenta Haibala, quien vive allí con sus cinco hijos. «Tenemos que cuidar a la familia mientras los hombres deambulan libres».
Haibala es viuda y gana algo de dinero vendiendo leche en caja y azúcar que compra a otros refugiados fuera del campamento, donde vive desde hace un año. Escapó de Malí antes del inicio del conflicto en 2012, cuando una revuelta de rebeldes tuaregs, un pueblo nómada que se mueve por parte de ese país, Níger y Argelia, estalló en el norte. En abril, una coalición de grupos islamistas armados, aliados de la red extremista Al Qaeda, expulsó al Movimiento Nacional para la Liberación de Azawad, como se llaman los tuaregs rebeldes y laicos.
La coalición islamista, integrada por Al Qaeda en el Magreb Islámico, el Movimiento de la Unidad y la Yihad en África Occidental (Muyao) y Ansar Dine, ha mantenido el control del territorio hasta que la intervención de fuerzas francesas y efectivos del ejército de Malí recuperaron la zona norte en enero. El conflicto ha dejado 150.000 refugiados en los países vecinos, 40.000 solo en Burkina Faso, además de 230.000 desplazados dentro de Malí. Todos los días llegan nuevos refugiados a este campamento. La mayoría son de «tez clara», como llaman a los árabes y a los tuaregs en Malí.
Temor a las represalias
El esposo de Haibala era un soldado tuareg leal al ejército de Malí que murió luchando contra una revuelta en Agelhok, en el este, en febrero de 2012. En cuanto los combates se acercaron a su hogar, Haibala decidió marcharse. Llegó a este campamento unos días más tarde, mucho antes de que los islamistas impusieran la shariá (ley islámica) en el norte. «Toda la gente de ‘tez clara’ se fue de Gao», otra ciudad del norte de Malí, relata. «Ahora escuchamos que nos persiguen, no veo el día en que regresemos», se lamenta Haibala, de 49 años.
Los combates continúan. El temor a las represalias es el principal motivo por el que no quieren regresar a sus hogares los refugiados que están en Burkina Faso. Los relatos de ataques contra gente de «tez clara», verdaderos o falsos, se mezclan con los dolorosos recuerdos de las revueltas tuaregs de los años 90, cuando el ejército maliense y grupos paramilitares ejecutaron a varios civiles tuaregs y árabes.
La organización Human Rights Watch, con sede en Nueva York, expresó en varios comunicados que el ejército maliense ejecutó a varias personas sospechosas de ser rebeldes islamistas o sus partidarios. Pero el presidente Dioncounda Traoré rechazó la acusación el hace unos días.