Fabio Baggio, la voz y las manos del Papa en el Mediterráneo

Fabio Baggio, la voz y las manos del Papa en el Mediterráneo

La mano derecha del Papa Francisco que se ocupa y preocupa por los inmigrantes del mediterráneo nos cuenta su experiencia

Fabio Baggio, la voz y las manos del Papa en el Mediterráneo

Semanario católico. Andrés Beltramo Álvarez

20171126_002226Con un chaleco salvavidas en la mano, Francisco quiso explicar su preocupación primera. Cuando recibió a los sacerdotes Fabio Baggio y Michael Czerny, les entregó ese trozo de plástico color naranja y exclamó: «Si los migrantes mueren, ¿de qué política hablamos?». Desde entonces, aquella prenda se convirtió en el icono de una emergencia humanitaria mundial, que angustia cada día al Papa. Por eso, el Vaticano apostó con decisión por los Pactos Globales de Migrantes y Refugiados, que atraviesan estos días sus horas cruciales

Desde enero de 2017, Jorge Mario Bergoglio es el responsable único y directo de la Sección Migrantes y Refugiados del Dicasterio para la Promoción del Desarrollo Humano Integral del Vaticano. Una decisión sugestiva y atípica. Como sus principales colaboradores en la materia eligió a Baggio y Czerny, nombrándolos subsecretarios. A partir de entonces, ellos son su voz y sus manos.

«Para el Papa Francisco el tema de fondo es el mundo dividido entre los ricos siempre más ricos y los pobres siempre más pobres. Es una falta de solidaridad real para el crecimiento de todos. En esto entran los migrantes, que pertenecen a un mundo y tratan de ir a otro mundo. Es la prueba de las asimetrías y las desigualdades que se están institucionalizando cada día más. Ellos son el grito de los pobres que dicen: “aquí estamos, no se olviden de nosotros”», explica Baggio en entrevista con Alfa y Omega.

Sentado frente a un sobrio escritorio, en su oficina ubicada en el segundo piso del palacio vaticano de San Calisto (en el corazón del barrio romano de Trastévere), y hablando un perfecto español de acento sudamericano, el padre Fabio justifica un cierto cambio de tono que, en los últimos meses, se ha verificado en el discurso del Papa sobre la migración.

Para hacerlo, cuenta la anécdota del salvavidas, colocado en una vitrina situada a pocos pasos de su despacho como icono silencioso. Afirma que, en la pastoral, existen diferentes momentos: el primero es la emergencia, luego queda tiempo para la acción a mediano y largo plazo. Por eso, sigue, ante un naufragio o personas esclavizadas, no resta otra cosa que abrir las puertas. Punto.

«Cuando nos dio el salvavidas, el Papa nos dijo: “Hay que salvar vidas porque si las personas mueren, ¿de qué política estamos hablando?”. ¿Qué podemos hacer si las personas ya no existen más?», insiste el sacerdote. Pero, al mismo tiempo, aclara que no se trata de una acogida indiscriminada y «buenista». Porque inmediatamente hay que preguntarse: «¿Qué vamos a hacer con esas vidas? ¿Dónde las vamos a ubicar? ¿Qué tipo de integración se les podrá dar?».

Matices en el discurso del Papa

Más adelante Baggio reconoce tácitamente que el Pontífice, en los últimos meses, ha querido matizar su discurso. No ha dejado de hablar sobre la urgencia de la acogida pero también ha defendido la necesidad de organizar los flujos según las leyes y las políticas de los gobiernos, con valentía pero con prudencia.

Según el sacerdote, se ha hecho necesario especificar la «tipología del mensaje» porque, con una mirada reduccionista, «la gente simplemente tomaba o rechazaba» lo que se decía, sin reflexionar demasiado. «No es un tema que se puede atender desde las vísceras, hay que pensar realmente en los hermanos y las hermanas que golpean la puerta. Pero se trata de una reflexión basada en los documentos ya producidos por la misma Iglesia desde hace muchos años y que el Papa conoce perfectamente, porque ya los aplicaba desde su tiempo en Buenos Aires», abunda.

De todas manera, anticipa que Francisco continuará realizando una llamada incisiva ante la emergencia, apelando al cuestionamiento bíblico: «¿Dónde está tu hermano?». Una pregunta que vale no solo para la migración. «Cuántas veces el Papa ha hablado de los niños no nacidos, de los ancianos, los enfermos, de los presos, de personas con discapacidad. Pero parece que el tema de la migración, por ser un asunto político divisivo en la agenda de hoy, capta toda la atención», constata.

Apoyo a los Pactos Globales

El subsecretario vaticano atribuye a lo «candente» de ese tema la altísima atención brindada en los últimos meses por la opinión pública mundial a los Pactos Globales sobre Refugiados y sobre Migración. Se trata de dos acuerdos distintos. El primero acaba de ser presentado en el seno de las Naciones Unidas y en los próximos meses los países miembros deberán adoptarlo formalmente. El segundo será suscrito en una conferencia intergubernamental prevista para los días 10 y 11 de diciembre próximos en Marrakech, en el reino de Marruecos.

Para las negociaciones de estos acuerdos, la Santa Sede presentó un documento de 20 puntos para considerar como parte de su posición oficial. Cuando le preguntaron al Papa cuál de esos aspectos deseaba subrayar con más fuerza, él contestó categórico: «Me interesan los 20, todos deberían ser incluidos». La lista pide la institución de canales seguros para proteger la vida de los migrantes, sugiere a los gobiernos evitar expulsiones arbitrarias o de masa, además de solicitar atención especial a las repatriaciones voluntarias y al derecho a la reunificación familiar.

«Entre los 25 elementos del Pacto de Migrantes estimamos que unos 18 mencionan indirectamente o tienen el esquema de nuestros puntos», precisa Baggio. Aunque reconoce que no todas las propuestas vaticanas han sido tomadas en cuenta, porque algunas «pueden ser más conflictivas o generar discusión» con los otros países, que tienen similares objetivos pero los consideran de manera distinta.

«Nos hubiese gustado ver más claro el compromiso por la no detención de niños. En el pacto se habla de buscar todas las formas posible para no detenerlos, pero no se excluyen esas alternativas. Nos hubiese gustado ver una declaración que diga que la persona humana, más allá de su estatus migratorio, sigue siendo persona. Ahí se reclaman derechos fundamentales para los migrantes aunque se encuentren en situación irregular, pero no es lo mismo», reseña.

Más allá de las diferencias, se muestra satisfecho de los avances logrados y anticipa que, en Marrakech, la gran mayoría de los países firmarán la convención. Sobre todo porque el acuerdo no es vinculante: los gobiernos podrán suscribirlo sin verse obligados a cambiar sus legislaciones internas para cumplirlo. «Nos sorprende toda esta atención enorme sobre un documento no vinculante, significa que el tema es muy importante», insiste.

Las adhesiones se darán sin importar el anuncio, ya meses atrás, de la retirada de Estados Unidos de las conversaciones. «Cuando salió la noticia de que se retiraba pensamos que se iba a dar un efecto dominó y que algunos países, siguiendo su ejemplo y por varias conexiones políticas, iban a retirarse también. Esto no ha pasado, todo el mundo siguió dialogando, con sus reservas y hasta el momento siguen en las conversaciones, incluso Australia, que en agosto manifestó muchas dudas», abunda.

Y se muestra sorprendido por el resultado: «Si se retira un Estado, al final no cambia nada». Y destaca que tampoco Estados Unidos buscó presionar a los demás países para que se retirasen. «Si miro hoy al mundo no veo en este campo particular la superpotencia que veía en el pasado», afirma.

Hacia el futuro, identifica algunos desafíos concretos. El Pacto sobre Migración se firmará en una ceremonia a la cual acudirán diversos jefes de Estado. Pero lo importante vendrá después. Será la ocasión para que la Iglesia católica en cada país se reúna con actores políticos y de la sociedad civil para encontrar juntos los modos de aplicación de ese acuerdo.

Por lo pronto, ya 50 conferencias episcopales del mundo han abierto diálogos con los gobiernos de sus respectivos países sobre este asunto. Iniciativas que serán reforzadas y que incluyen también a la Santa Sede. Como el mismo sacerdote apunta: «Debo confesar que algunos gobiernos ya se acercaron con nosotros. Aunque sea de manera informal, demostraron su interés en el después. Eso significa que algunos países lo están tomando muy en serio, significa que está teniendo un peso. Es claro que hoy en día, en materia de migración, un Estado no puede hacerse cargo de todo».

José Au­men­te, ha en­tre­ga­do esta ma­ña­na al papa Fran­cis­co, du­ran­te la au­dien­cia de los miér­co­les, la es­to­la con­me­mo­ra­ti­va del 50º aniver­sa­rio de la Pas­to­ral de la Ca­rre­te­ra

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El director del departamento de Pastoral de la Carretera, dentro de la Comisión Episcopal de Migraciones, José Aumente, ha entregado esta mañana al papa Francisco, durante la audiencia de los miércoles, la estola conmemorativa del 50º aniversario de la Pastoral de la Carretera. Con motivo de este aniversario, la Pastoral de la Carretera se  ha puesto en marcha con una peregrinación a Roma del 16 al 20 de septiembre.

Unas 70 per­so­nas par­ti­ci­pan en esta ini­cia­ti­va. El gru­po está com­pues­to por ca­mio­ne­ros, ta­xis­tas, con­duc­to­res pro­fe­sio­na­les y no pro­fe­sio­na­les, au­to­es­cue­las, me­cá­ni­cos, po­li­cías y guar­dias ci­vi­les, aso­cia­cio­nes de trans­por­tis­tas y las co­fra­días de San Cris­tó­bal.

Du­ran­te es­tos días vi­si­tan lu­ga­res em­ble­má­ti­cos de Roma, han ce­le­bra­do la Eu­ca­ris­tía en la igle­sia Do­mi­ne Quo Va­dis, don­de San Pe­dro se en­con­tró con Je­sús en la ca­rre­te­ra; y este miér­co­les han asis­ti­do a la au­dien­cia con el San­to Pa­dre.

Con esta pe­re­gri­na­ción se re­cuer­da la que a fi­na­les de sep­tiem­bre de 1968 lle­vó a un gru­po de ca­mio­ne­ros a Roma para sa­lu­dar y re­ci­bir la ben­di­ción del papa Pa­blo VI.

 

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El desa­fío de la mi­gra­ción es una prio­ri­dad ab­so­lu­ta de la Igle­sia

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El Sub­se­cre­ta­rio de la Sec­ción Mi­gran­tes y Re­fu­gia­dos del Di­cas­te­rio para el Desa­rro­llo Hu­mano In­te­gral, ilus­tró el com­pro­mi­so de la Igle­sia en el tema de la aco­gi­da y la in­clu­sión de los mi­gran­tes y re­fu­gia­dos.

La mi­sión prin­ci­pal de la Sec­ción Mi­gran­tes y Re­fu­gia­dos del Di­cas­te­rio para el Ser­vi­cio del Desa­rro­llo Hu­mano In­te­gral es la de sos­te­ner la Igle­sia – a ni­vel lo­cal, re­gio­nal e in­ter­na­cio­nal- en el acom­pa­ña­mien­to de per­so­nas en cada eta­pa del pro­ce­so mi­gra­to­rio, pres­tan­do es­pe­cial aten­ción a aque­llos que, por di­ver­sas ra­zo­nes y en ma­ne­ras di­fe­ren­tes, es­tán obli­ga­dos a des­pla­zar­se o huir. El Pa­dre Mi­chael Czer­ni, sa­cer­do­te je­sui­ta, sub­se­cre­ta­rio de di­cho Di­cas­te­rio, se di­ri­gió a Lam­pe­du­sa en don­de reali­zó una in­ter­ven­ción en la Es­cue­la de Alta for­ma­ción en So­cio­lo­gía del te­rri­to­rio, que se está lle­van­do a cabo del 13 al 20 del co­rrien­te.

El sa­cer­do­te ha­bló del gran desa­fío de la mi­gra­ción, prio­ri­dad ab­so­lu­ta de la Igle­sia, re­co­rrien­do las mo­ti­va­cio­nes y la mi­sión de la Sec­ción de­di­ca­da a los mi­gran­tes y re­fu­gia­dos, guia­da di­rec­ta­men­te por el papa Fran­cis­co.

Ex­pli­có el pa­dre Czer­ni que en uno de los pri­me­ros en­cuen­tros en di­cha sec­ción, el Papa evi­den­ció tres ám­bi­tos tem­po­ra­les en los cua­les si­tuar las di­ver­sas ac­ti­vi­da­des para ayu­dar a las Con­fe­ren­cias Epis­co­pa­les a acom­pa­ñar a la gen­te en las cua­tro fa­ses mi­gra­to­rias fun­da­men­ta­les que son de la par­ti­da al via­je, de la lle­ga­da al re­gre­so. En el pri­mer ám­bi­to –dijo – se si­túan una se­rie de ac­ti­vi­da­des para sal­var la vida de los mi­gran­tes, los re­fu­gia­dos y las víc­ti­mas de la tra­ta. El se­gun­do reúne las ac­cio­nes des­ti­na­das a desa­rro­llar po­lí­ti­cas y pro­gra­mas que re­co­noz­can la cen­tra­li­dad de la per­so­na hu­ma­na y el desa­rro­llo hu­mano in­te­gral. Y el úl­ti­mo ex­pre­sa el com­pro­mi­so de la Igle­sia en el afron­tar las cau­sas re­mo­tas de las mi­gra­cio­nes for­ma­das, para ha­cer de cada mi­gra­ción una elec­ción li­bre y per­so­nal.

Las res­pues­tas de la Igle­sia a me­dio tér­mino fue­ron re­su­mi­das por el Papa en cua­tro ver­bos: aco­ger, pro­te­ger, pro­mo­ver e in­te­grar. Se tra­ta de una ac­ción que la Igle­sia – dijo el sa­cer­do­te- pre­ten­de com­par­tir con to­dos los de­más ac­to­res po­lí­ti­cos y so­cia­les para una ges­tión de los flu­jos mi­gra­to­rios a lar­go pla­zo y con be­ne­fi­cios para to­dos.

Pro­mo­ver so­lu­cio­nes al­ter­na­ti­vas a la de­ten­ción para los mi­gran­tes irre­gu­la­res

Con el ver­bo aco­ger, el Papa quie­re sub­ra­yar la ne­ce­si­dad de an­te­po­ner la fra­ter­ni­dad al re­cha­zo, ofre­cien­do ca­na­les mi­gra­to­rios le­ga­les y se­gu­ros. Mi­gran­tes y re­fu­gia­dos tie­nen de­re­cho a una pri­me­ra ubi­ca­ción en es­pa­cios ade­cua­dos y de­co­ro­sos, gra­cias a pro­gra­mas de aco­gi­da, evi­tan­do así las gran­des con­cen­tra­cio­nes de per­so­nas, que a me­nu­do ter­mi­nan por agu­di­zar las si­tua­cio­nes de vul­ne­ra­bi­li­dad y de in­co­mo­di­dad de las co­mu­ni­da­des de aco­gi­da. Asi­mis­mo de­ben ser prohi­bi­das las de­por­ta­cio­nes ma­si­vas, y de­ben ser pre­fe­ri­das so­lu­cio­nes al­ter­na­ti­vas a la de­ten­ción para los mi­gran­tes en si­tua­ción irre­gu­lar.

Par­ti­cu­lar aten­ción a los me­no­res: evi­tar todo tipo de de­ten­ción

El ver­bo pro­te­ger se re­fie­re a las ac­cio­nes que de­ben ser em­pren­di­das con el fin de de­fen­der a los mi­gran­tes y re­fu­gia­dos de las vio­len­cias, abu­sos y ex­plo­ta­ción, de los que a me­nu­do son víc­ti­mas a cau­sa de su vul­ne­ra­bi­li­dad. Se tra­ta de una de­fen­sa que, se­gún el Papa, debe po­der con­tar con ins­tru­men­tos ju­rí­di­cos ade­cua­dos. Una par­ti­cu­lar aten­ción – pun­tua­li­zó el pa­dre Czer­ni – debe ser re­ser­va­da a la tu­te­la de los me­no­res mi­gran­tes y re­fu­gia­dos, evi­tan­do toda for­ma de de­ten­ción en ra­zón de su es­ta­tus mi­gra­to­rio y ase­gu­rán­do­les un ac­ce­so re­gu­lar a la ins­truc­ción pri­ma­ria y se­cun­da­ria.

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¿Es posible enseñar al cerebro a ser menos racista?

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Hay más: un 29% de los españoles considera la inmigración como algo negativo o muy negativo, algo que puede ayudar a explicar que en el último año se hayan detectado 125 casos de discriminación o delitos de odio. Y serían muchos más si todas las víctimas denunciaran, ya que el 90% no lo hace por creer que no cambiaría nada.

https://www.lavanguardia.com/vivo/20180916/451795335882/ensenar-cerebro-menos-racista.html