Los niños están sentados en un corro en el suelo del aula. Si uno mira con los ojos de Paula, de cinco años, ve compañeros con batas verdes o rojos que leen a trompicones la primera frase de El Quijote. Los de un adulto, con experiencia y prejuicios, ven más colores. Una niña negra con trenzas que llegó hace dos meses de Guinea Ecuatorial y ya está integrada. Un marroquí algo despistado… En la clase de infantil hay también menores de Bulgaria, Rumanía, Pakistán… Y Paula, española y gitana, que de mayor quiere ser maestra y esta mañana es la ayudante de la seño Loli.