Francisco vuelve a advertir contra la globalización de la indiferencia. Pide acoger exiliados y no cerrar las fronteras. Ha sido en un encuentro con dos hermanos argentinos, Carlos y Rodolfo Luna, exiliados en Suecia, con quienes conversó alrededor de una hora, ante la presencia de algunos periodistas.
De esta conversación informal y amigable, se deduce que el Santo Padre conoció a la esposa de uno de ellos, «Estercita», ya fallecida, a quien él mismo vio nacer en 1954. En efecto, Jorge Mario Bergoglio trabajaba en un laboratorio químico con la madre de esta señora, es decir la suegra de uno de los argentinos, la Señora Ester, quien era su jefa en aquel trabajo. El Pontífice recuerda que si bien era muy severa, la ha querido como a una hermana.
El Papa también recordó que para ayudar a estas señoras escondió en el Colegio Máximo de Buenos Aires su biblioteca, en un período en el que estaban bajo vigilancia militar.
En este encuentro con los hermanos Luna y ante la prensa sueca, el Papa agradeció a este reino por ser «tan humano»; a la vez que expresó su gratitud por la hospitalidad del pueblo sueco. En efecto dijo textualmente:
¡Qué lindo encontrar un pueblo con un corazón así! Y Suecia tuvo grandes santos. Al principio del cristianismo, santa Brígida, marcó, y también entre los luteranos… Grandes hombres y mujeres de Iglesia luteranos.
Ante la pregunta de los hermanos Luna acerca de lo que podrían hacer en esta época tan necesitada de solidaridad para construir un mundo mejor el Santo Padre afirmó:
A mí lo que me viene ahora mucho es, aprovechando en el buen sentido de la palabra, de la historia de acogida del pueblo sueco y la experiencia de ustedes en un momento donde los refugiados son «mala palabra». Tenemos tantos refugiados pero nadie los quiere. Son «mala palabra». Tal vez el mensaje de que la salvación de un pueblo también es hermanarse con aquellos que están sufriendo el exilio de su patria. ¿No? Porque Dios bendice. Dios bendice eso. Eso es ser hermano. ¿No? Y bueno, nosotros en nuestra fe cristiana tenemos bien claro que Jesús fue un refugiado cuando lo quisieron matar de chiquito… Es uno de los primeros mensajes de los evangelios. ¿No? Jesús un refugiado. No fue turista. No fue por razones de trabajo. Fue escapando de la muerte. Refugiado.
Tras recordar el millón de refugiados existentes en El Líbano, y el hecho de que tantos países cierren sus fronteras, el Papa Bergoglio volvió a destacar la tradición de Suecia, tal como le ilustraron sus huéspedes, quienes le explicaron que esta nación organiza cursos para que aprendan el idioma, los ayuda económicamente y los encamina para que se sumen a la sociedad.
Una de las periodistas presentes preguntó al Santo Padre acerca de la situación en Lampedusa, a lo que el Papa respondió:
Globalización de la indiferencia. Hay refugiados ¡que se arreglen! En Lampedusa el pueblo sintió la necesidad de acogerlos. Y acogen. El pueblo de Lampedusa, con el síndico que es una mujer, una mujer fuerte, realmente, corajosa, comprendieron que su misión era acoger. Después se verá qué se hace.
El Papa Francisco añadió que en Lampedusa se está trabajando bien, a pesar de que no hay lugar en la isla para acoger a todos los refugiados. También mencionó el trabajo de los jesuitas con la intuición del Padre Arrupe, el centro Astalli, y otras iniciativas, aunque son insuficientes, como una «gotita en el océano»…
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