
Un grupo de jóvenes neonazis en República Checa desde la que se dirigieron a una barriada gitana para intentar asaltarla en junio de este año. / GUSTAV PURSCHE (CORBIS)
LUCÍA ABELLÁN / MIGUEL MORA Ostrava / Budapest 15 DIC 2013 – 00:00 CET
Todos los dirigentes europeos, sin excepción, han glosado esta semana los méritos de Nelson Mandela. Muchos han pronunciado frases brillantes y han asistido a los funerales del hombre que venció al odio racial y al apartheid. Pero justo en la Unión Europea, donde la crisis no termina, el paro afecta a 25 millones de personas y hay 80 millones de pobres, la xenofobia y el racismo no dejan de aumentar.
El viaje comienza en Ostrava (República Checa). Aquí, los niños gitanos son enviados a escuelas especiales. Algunos comparten aulas con alumnos discapacitados, otros van a colegios solo para gitanos. Muchos viven en barrios o pueblos separados del resto de la población y sin acceso a los mismos derechos. Un régimen de apartheid. Situaciones similares suceden en Hungría, donde el 90% de los gitanos están en el paro. En Polonia, donde muchos restaurantes no dejan entrar a romaníes. O en Rumanía, Eslovaquia, Eslovenia y Bulgaria. Sigue leyendo