Fabio Baggio: “La migración debería ser una opción y no la única alternativa para muchas personas”

Fabio Baggio trabajó durante 4 años como Delegado de Migraciones de la diócesis de Buenos Aires siendo Arzobispo el Cardenal Bergoglio.

Fabio Baggio: “La migración debería ser una opción y no la única alternativa para muchas personas”

Trabajó durante 4 años como Delegado de Migraciones de la diócesis de Buenos Aires siendo Arzobispo el Cardenal Bergoglio. Desde 2010 dirige el Scalabrini Internacional Migration Institute (SIMI) de la Pontificia Universidad Urbaniana en Roma. Doctor en Historia Eclesiástica por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, Fabio Baggio, sc, desarrolla una amplia actividad académica en el campo del estudio de la movilidad humana y los fenómenos migratorios. Estos días se encuentra en Madrid para participar, junto a Delegados y Agentes de Pastoral de Migraciones procedentes de toda España en las Jornadas que cada año, organiza el secretariado Episcopal de Migraciones.En esta entrevista concedida a Agencia SIC Fabio Baggio ha destacado la importancia de una preparación, especialmente los cristianos, para la acogida de los inmigrantes y la enorme preocupación del Papa Francisco para con las víctimas de la trata de personas, mafias de inmigración y desplazados.

P.- Usted participa, estos días en las Jornadas de Delegados y Agentes de Pastoral de Migraciones que tienen lugar en El Escorial y en la que participan responsables de esta pastoral de toda España y de regiones como Lampedusa o Arizona. Usted, asimismo, ha trabajado con el Papa Francisco ya en su etapa como arzobispo de Buenos Aires y ahora desde el SIMI de Roma ¿Cuál va a ser su papel en estas Jornadas?

R.- Estamos celebrando los 100 años de la Jornada del Migrante y por ello mi ponencia en estas jornadas versa de los mensajes que por este motivo se han publicado en los últimos 40 años. Comienzan en 1074. al principio don cartas del secretariado de estado que le escribe al presidente de la comisión episcopal de Migraciones. A partir de 1985 Juan Pablo II comienza a firmar personalmente los mensajes. A lo largo de estos años hay elementos comunes en todos estos mensajes. Comienza por la acogida a los inmigrantes, una acogida que se vuelve un llamada a ir mas allá de la asistencia, de recibirlo bien, hay cuestiones eclesiales que se dan. Un dialogo que se vuelve enriquecimiento mutuo desde el momento que yo siento que el otro es parte de la Iglesia, de mi misma Iglesia y que no es el encuentro de dos iglesias sino que la misma Iglesia que es universal, católica, recibe a un nuevo integrante que tiene algo que dar, no simplemente algo que recibir. Llega un momento en que los papas insisten en el rol de evangelizadores de los migrantes. En la nueva evangelización el Papa se dirige a las mujeres, especialmente a las mujeres, a aquellas mujeres que muchas veces trabajan en los hogares de familias que han sido cristianas, o que no son cristianas, en el que ellas tienen un papel evangelizador hablando de Jesucristo, sin proselitismo pero con su vida. igualmente los migrantes en países no cristianos que testimonian con su vida. el cambio de solo dar a los migrantes a considerar a los migrantes como agentes de evangelización.

P.- Hace pocos días, el Papa Francisco dirigía un mensaje a los líderes de la OIT en el que denunciaba la vigencia de la esclavitud en nuestros días, especialmente en el caso de mujeres y niños. ¿Por qué es ésta una preocupación especial esta para el Papa Francisco?

R.- En los últimos años antes de ser nombrado Papa, como arzobispo de Buenos Aires, Francisco estuvo muy cerca de las víctimas de la trata y esta cercanía le ha dado un conocimiento muy claro de los elementos de la trata. En este caso el trabajo esclavo que era presente y esta presente en Argentina, en Centroamérica y América Latina y que, según las estadísticas esta resurgiendo. y obviamente se produce por medio de trata: extranjeros que son llevados allí para realizar este tipo de trabajo. que han depositado su esperanza pensando en un trabajo distinto y al llegar ellos y sus familias están en las manos de estos criminales que los obligan a trabajar como esclavos por un poco de comida o dinero o para pagar unas deudas que no existen y que tendrán que pagar durante años. Pero no es el único tipo de trata, conocemos muy bien la trata con finalidad de explotación sexual. mujeres y niños. hay zonas como la triple frontera de Brasil, Paraguay y Argentina muy sensibles, en los que se da este hecho de varias maneras, que el Papa conoce. Una trata de carácter internacional cuando hay extranjeros que caen en las redes de esta trata en otros países o la trata interior, que se conoce menos porque al no tener paso de fronteras es más difícil descubrir como se realiza la trata desde un pueblo del interior hasta la ciudad con esta finalidad.

P.- Usted conoce a fondo todas las connotaciones y consecuencias de los fenómenos migratorios. Actualmente en regiones de Europa como Lampedusa o las costas del sur de España vivimos la cara más cruel de la migración. Ante esta realidad ¿Cómo ha de ser la actitud del cristiano que recibe en su país a emigrantes?

R.- Este es en parte, el tema de la charla que voy a dar. En varios mensajes de los papas se subraya la solidaridad como el criterio esencial que tiene que guiar cualquier acción. En tiempos de Pablo VI se llega a decir que es la ley de la solidaridad esta por encima de cualquier ley nacional, quiere decir que aunque se presenten impedimentos legales con respecto a una acción de caridad que se le ofrece a la persona necesitada el cristiano tiene que responder a la ley del amor, a la ley de la caridad. Aquí recuerdo al Arzobispo Mahony de california, que en su tiempo, en la situación de Arizona, con los ilegales, personas que cruzaron la frontera sin tener los papeles correctos pero que son personas con sus derechos, se le prohibido a toda persona ayudarles y el arzobispo contesto que no nosotros tenemos una ley más grande que la ley del congreso y que nos obliga a ayudar a estas personas. En los documentos también se dice que la acogida ha de ser responsable. Hay que saber cuáles son las condiciones que podemos ofrecer a los que llegan, ese “nuestra casa es amplia” hasta donde puede llegar porque no podemos ofrecer una situación peor de la que están huyendo. Hay que ser responsables también en la acogida. es una reflexión que hemos de hacer. Especialmente cuando las situaciones van más allá de una emergencia; cuando la gente no viene por un hecho contingente como una guerra sino viene para permanecer porque el estado del que procede no le esta brindando ninguna posibilidad de vivir, en estos casos hay que hacer espacio y eso conlleva una responsabilidad.

En el caso de Europa, noto una dicotomía, sabemos, los datos lo confirman, que Europa está envejeciendo y que precisamos de gente joven de cualquier parte y lo precisamos para mantener nuestro estado de bienestar, gente que venga a trabajar y contribuya a nuestro modelo de sociedad: que cuida a los que tienen menos… pero esto no se puede dar si no tenemos refuerzos. Los datos nos dicen que viene de fuera y de dentro. Los datos nos dicen que precisaremos cada vez más de personas de fuera, pero no noto una preparación en este sentido y lo que noto es un cierre de fronteras que, desde mi punto de vista, habría que cambiar totalmente en una política de acogida, de recibir a las personas, preparar espacios y dibujar un futuro que va más allá de mi mandato político. No son 5, 6 o 10 años sino 50 o 100 años preparando Europa.

Mientras levantamos muros y gastamos miles de millones en esto y me pregunto si esta inversión no podría dedicarse a favorecer una inmigración tranquila, que viene para trabajar y desarrollar la sociedad y ayudar para que la migración se vuelva una opción para esas personas de aquellos países donde la emigración no es una opción si no que es la única alternativa: Emigrar o morir.

P.- El peligro de guetización es uno de los grandes problemas con los que nos encontramos como nación de acogida. El Papa Francisco habla, repetidamente contra esto y apela a la “cultura del encuentro” ¿Cómo conjugar esta acogida con la tendencia a esta guetización que pueden tener algunos inmigrantes?

R.- Hay que distinguir entre exclusión y auto-exclusión. Históricamente, la gente tenía tendencia a concentrarse en algunos lugares particulares de la ciudad, normalmente lugares abandonados por los otros, que se constituían en clave de seguridad: W”puedo hablar mi idioma, está mi gente, mi comida”… Históricamente, se ha demostrado que esto puede ser un primer paso pero que, realmente, no ayuda a la integración como nosotros la concebimos.

Por otra parte, el trabajo de los mediadores culturales en este caso es muy importante, el caso de personas con una experiencia positiva, que proceden de la misma cultura o que la conoce a fondo. Que puedan dialogar utilizando las palabras clave del lenguaje cultural de la otra persona para darle la imagen de la confianza. Es obvio que la primera reacción xenófoba, discriminatoria o racista que se presente arruina todo trabajo que uno ha construido. Es suficiente un gesto como los que están sucediendo en algunas zonas de Europa para arruinar el trabajo de años en el acercamiento de comunidades.

En el caso las parroquias hay dos dinámicas: la parroquia que se abre a personas católicas, o cristianas que quiere entrar en un dialogo a nivel cristiano y tiene valores religiosos que pueden compartir o un diálogo interreligioso con otras personas que normalmente funcionan a nivel de servicios

En ambos la actitud de la parroquia es muy importante. No es parte de la generosidad sino de la justicia. El sello de la justicia significa que yo no te estoy dando de lo que me sobra sino que, según el ejemplo de Los Hechos de los Apóstoles, te doy lo que precisas. Lo que estoy obligado a darte porque eres parte de mi comunidad. Hay que tener presente también, como menciona el Papa, que no basta con tener las puertas abiertas, hay que ir a buscar a las personas.

P.- Ha aludido al paso de la acogida al diálogo ¿Cómo desarrollar este diálogo con otras sensibilidades católicas o incluso con creencias no cristianas?

R.- Hace falta preparación. “Salir al encuentro de otra cultura” puede producir el efecto exactamente opuesto del que quiero. Puede ser que el otro se espante porque no he utilizado las palabras adecuadas. De ahí que antes hablara de la importancia de los mediadores culturales.

El diálogo es, para mí, una expresión de fe dinámica. Nuestra expresión religiosa ha ido cambiando a lo largo de la historia. En el caso español, culturas no cristianas como la cultura musulmana o judía aportaron elementos interesantes a la manifestación de la fe cristiana dando lugar a liturgias particulares. Este hecho ayuda también a la reafirmación de la fe, porque en el diálogo con el otro necesito profundizar en la fe.

Este diálogo puede ayudar a personas con otras ideas no cristianas, no creyentes a profundizar en valores que nuestra reflexión cristiana ha profundizado. Al mismo tiempo, por ejemplo, el contacto con los hindúes, nos ayuda a reflexionar sobre temas ecológicos, de contacto con la creación que no hemos profundizado tanto como ellos, o  el sentido de la oración de la cultura islámica…

Las parroquias son la Iglesia “chiquita” en la que se revela el rostro de Cristo. La persona que va al migrante tiene que reconocer en el otro a Cristo que necesita ser atendido y al mismo tiempo tiene que representar a Cristo que se manifiesta.

P.- Usted ha trabajado en el campo de las Migraciones con el Papa Francisco en su etapa como arzobispo de Buenos Aires. En una cultura como la Argentina marcada por este fenómeno migratorio ¿Cuál fue el trabajo que llevó a cabo allí?

R.- En Buenos Aires, fui Delegado de Migraciones 5 años y medio, el primer año con el Cardenal Quarracino, poco después llegó el arzobispo Jorge Mario Bergoglio.

Buenos Aires se caracteriza por ser una archidiócesis muy marcada por el tema migratorio. Especialmente la capital, en la que de 4 millones de personas de los cuales el 13% tenían otro pasaporte, eran de otra nacionalidad.

En esa época, en Argentina comenzaba una lucha contra los ilegales o indocumentados; muchas que habían entrado como turista o habían perdido el permiso de trabajo, con la Visa perdida… había un gran grupo con hijos nacidos ya en Argentina por lo que podían regularizarse. Impulsados por el entonces Arzobispo Bergoglio, comenzamos un trabajo de regularización con estas familias que tenían niños.

El segundo grupo, los irregulares sin posibilidades de obtener otros papeles no tenían mucha opción a menos que volvieran, regularizaran sus papeles y volvieran a Argentina con permiso de trabajo.

En el caso de nuestra tarea con los niños, esta acción respondió a una llamada de un grupo, católico que había identificado el problema de la falta de acceso a la educación de los menores. Junto con la OIM realizamos un video acerca de los derechos de los niños y lo propusimos a las escuelas de Buenos Aires, en que se abordaba el derecho a la educación. Fue un trabajo con las bases: escuelas, profesores y con los diputados que habían aprobado la Carta de los Derechos de los Niños. Se otorgó un documento a los niños para que pudieran acceder a la escuela Secundaria.

Esos cuatro años estuvimos trabajando en la nueva Ley de Inmigración. Entonces seguía vigente la Ley Videla, una ley militar, de la dictadura en la que la cuestión migratoria se trataba con carácter militar: control. Junto a otros grupos activistas, algunos de inspiración cristiana, otros no cristianos, de otras confesiones o civiles, creamos la Mesa de Integración y llevamos adelante el discurso del cambio de la ley. Con la ayuda de un diputado, muy interesado en el tema, se preparó una propuesta con estas ideas y la ley se aprobó en 2004. Una ley modelo de inmigración, que ante todo niega la discriminación en la entrada. Una ley que reconoce todos los derechos fundamentales a las personas que pasen las fronteras de Argentina.

Mª José Atienza – SIC

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